Por Jorge Giles - El Argentino - 29-09-2009
Así se preguntó ayer una cronista de una FM barrial que analizaba la ronda de audiencias en la Cámara alta por el proyecto de Ley de Comunicación de la democracia.
Hay quienes sostienen que los diputados son los representantes del pueblo y los senadores, los “padres de la patria”. Una exageración, sin dudas.
Pero preferible a cualquier prestación de servicios de origen dudoso.
Los muros pintados por la militancia, son acompañados en estos últimos años por otros medios de comunicación, tan modernos como populares.
Las radios comunitarias, los blogs, los correos electrónicos.
Todo sirve para la bella frescura de los jóvenes cronistas de nuestro tiempo.
Hay que leerlos y escucharlos, por que de ellos será el reino de las comunicaciones en un futuro muy próximo.
Lo saben las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que debieron peregrinar su calvario durante la dictadura y aún después, llevando sus laboriosos comunicados para una prensa local, generalmente esquiva.
Ayer pasaron por el Senado. Pero, qué extraño, la televisión no transmitió en vivo y en directo.
Pudieron decir con la digna voz de Hebe de Bonafini que “esta ley de la dictadura es una vergüenza para el mundo. No nos tenemos que seguir avergonzando. Nos tenemos que sentir orgullosos de que hubo 156 periodistas que prefirieron morir a callarse la boca”
Nadie con más autoridad moral que los familiares de los 30.000 desaparecidos para poner las cosas en su justo lugar. Sin odios, sin resentimientos, sin revanchismos. Simplemente mostrando sus propios dolores, su historia, sus expectativas, sus enormes ganas de ver sancionada, en los próximos días, la Ley que nos debe la democracia desde hace 26 años.
Después, vendrán las perfecciones, la prosa fina del texto final. Pero, cualquier demora, sonará a emboscada.
Todos saben que es así. Y saben que nada volverá a ser como antes de este debate.
La mentira planificada de los monopolios y de sus voceros políticos, está sentada en el banquillo de una sociedad que quiere ser libre, pero libre de veras.
Hablaron en la audiencia, además de los organismos de Derechos Humanos, representantes de los maestros, de las radios del interior, de los trabajadores de prensa. Hablaron los protagonistas de carne y hueso de la comunicación. Y entonces se cayeron las máscaras de los que vienen hablando en su nombre, interpretando sus necesidades y los presuntos riesgos que corren.
Fueron muy claros ante el verdadero interrogatorio al que lo sometieron los senadores de la oposición que parecían querer obligarlos a que digan que hay que modificar el proyecto.
El consenso que pregonan algunos senadores, debe ser el consenso con los sectores sociales, no con los intereses de los monopolios.
En la defensa de la libertad, no hay derecho a equivocarse después del crimen de Cabezas, ni después que radio “Mitre” del monopolio “Clarín”, mancilló el nombre de Adolfo Castelo y lo siga haciendo pese al pedido expreso de sus hijas para que no lo hagan.
El monopolio tiene poder, lo que no tiene es moral.
Hay una sociedad que está mirando. Y seguramente juzgará el comportamiento de cada uno.
Ya lo está haciendo.
Hay que leer los resultados de las elecciones en Salta y en Santa Fe el domingo pasado para contextualizar la derrota estruendosa de dos de los más relevantes dirigentes del llamado “PJ disidente”, Juan Carlos Romero y Carlos Reutemann
Una publicación decía ayer que Reutemann perdió hasta en el casco de su estancia.
El triunfo del socialismo santafesino es complementado por otros dos datos muy significativos: uno, que el Frente para la Victoria que había perdido en Rosario en el 2007 por una diferencia de 24 puntos, este domingo arañó el primer lugar, quedando sólo 4 puntos abajo; y otro, que los candidatos amigos de la patronal rural, perdieron rotundamente en las ciudades donde se presentaron.
Ya viene alumbrando un nuevo día. Aunque los grandes diarios sigan titulando que oscurece siempre.
Así se preguntó ayer una cronista de una FM barrial que analizaba la ronda de audiencias en la Cámara alta por el proyecto de Ley de Comunicación de la democracia.
Hay quienes sostienen que los diputados son los representantes del pueblo y los senadores, los “padres de la patria”. Una exageración, sin dudas.
Pero preferible a cualquier prestación de servicios de origen dudoso.
Los muros pintados por la militancia, son acompañados en estos últimos años por otros medios de comunicación, tan modernos como populares.
Las radios comunitarias, los blogs, los correos electrónicos.
Todo sirve para la bella frescura de los jóvenes cronistas de nuestro tiempo.
Hay que leerlos y escucharlos, por que de ellos será el reino de las comunicaciones en un futuro muy próximo.
Lo saben las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que debieron peregrinar su calvario durante la dictadura y aún después, llevando sus laboriosos comunicados para una prensa local, generalmente esquiva.
Ayer pasaron por el Senado. Pero, qué extraño, la televisión no transmitió en vivo y en directo.
Pudieron decir con la digna voz de Hebe de Bonafini que “esta ley de la dictadura es una vergüenza para el mundo. No nos tenemos que seguir avergonzando. Nos tenemos que sentir orgullosos de que hubo 156 periodistas que prefirieron morir a callarse la boca”
Nadie con más autoridad moral que los familiares de los 30.000 desaparecidos para poner las cosas en su justo lugar. Sin odios, sin resentimientos, sin revanchismos. Simplemente mostrando sus propios dolores, su historia, sus expectativas, sus enormes ganas de ver sancionada, en los próximos días, la Ley que nos debe la democracia desde hace 26 años.
Después, vendrán las perfecciones, la prosa fina del texto final. Pero, cualquier demora, sonará a emboscada.
Todos saben que es así. Y saben que nada volverá a ser como antes de este debate.
La mentira planificada de los monopolios y de sus voceros políticos, está sentada en el banquillo de una sociedad que quiere ser libre, pero libre de veras.
Hablaron en la audiencia, además de los organismos de Derechos Humanos, representantes de los maestros, de las radios del interior, de los trabajadores de prensa. Hablaron los protagonistas de carne y hueso de la comunicación. Y entonces se cayeron las máscaras de los que vienen hablando en su nombre, interpretando sus necesidades y los presuntos riesgos que corren.
Fueron muy claros ante el verdadero interrogatorio al que lo sometieron los senadores de la oposición que parecían querer obligarlos a que digan que hay que modificar el proyecto.
El consenso que pregonan algunos senadores, debe ser el consenso con los sectores sociales, no con los intereses de los monopolios.
En la defensa de la libertad, no hay derecho a equivocarse después del crimen de Cabezas, ni después que radio “Mitre” del monopolio “Clarín”, mancilló el nombre de Adolfo Castelo y lo siga haciendo pese al pedido expreso de sus hijas para que no lo hagan.
El monopolio tiene poder, lo que no tiene es moral.
Hay una sociedad que está mirando. Y seguramente juzgará el comportamiento de cada uno.
Ya lo está haciendo.
Hay que leer los resultados de las elecciones en Salta y en Santa Fe el domingo pasado para contextualizar la derrota estruendosa de dos de los más relevantes dirigentes del llamado “PJ disidente”, Juan Carlos Romero y Carlos Reutemann
Una publicación decía ayer que Reutemann perdió hasta en el casco de su estancia.
El triunfo del socialismo santafesino es complementado por otros dos datos muy significativos: uno, que el Frente para la Victoria que había perdido en Rosario en el 2007 por una diferencia de 24 puntos, este domingo arañó el primer lugar, quedando sólo 4 puntos abajo; y otro, que los candidatos amigos de la patronal rural, perdieron rotundamente en las ciudades donde se presentaron.
Ya viene alumbrando un nuevo día. Aunque los grandes diarios sigan titulando que oscurece siempre.
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