Foto: Horacio Paone
Por Sebastián Basalo - Veintitres - 21-10-2009
Parece que la Justicia argentina no se sacó todavía la venda de los ojos. El pasado 25 de septiembre la Corte Suprema de Justicia de la Nación emitió un fallo histórico. En el caso “Arriola”, los magistrados sobreseyeron a cinco pibes a los que encontraron con un par de porros encima. Pero la importancia del fallo no pasó por la merecida libertad cosechada por los fumadores de la hierba sagrada en el caso particular. Señor, señora, el máximo tribunal de justicia del país declaró de forma general y por unanimidad la inconstitucionalidad de la penalización de la tenencia de drogas para consumo personal, al entender que dicha acción (tener sustancias ilícitas para el uso propio) es una acción privada que forma parte de la esfera de intimidad de la persona tutelada por el artículo 19 de la Constitución nacional, y por ende queda totalmente exenta del poder punitivo del Estado.
Para la Justicia ya no debería ser delito la mera tenencia de drogas, independientemente de su cantidad o del tipo de sustancia que se trate, ya que obviamente no es menos privada la acción de tener marihuana que cocaína, y tampoco es menos privada la acción de tener 10 gramos que tener 8. Por ello nada tiene que hacer un fiscal o un policía con una persona que tiene drogas (y menos aún plantas) en su poder, ni siquiera preguntarle la hora. Y si realmente terminamos con la hipocresía de perseguir a los usuarios de drogas y el tráfico es a partir de ahora el delito que se pretende combatir, sólo se le puede preguntar (y con respeto) a alguien para qué tiene en su poder una sustancia ilegal si excedió de forma clara su intimidad vendiéndole sustancias a otra. Más aún cuando se trata de plantas de marihuana, que los usuarios cultivan precisamente para no tener que seguir el único y perverso camino que les propone el Estado al prohibirles ese cultivo y obligarlos a alimentar con su dinero el narcotráfico para conseguir lo que desean consumir. Y más aún cuando se trata de cinco plantas, que con toda la suerte del mundo, descartando las plantas macho que no se consumen, y apelando a las buenas manos jardineras del joven activista, pueden llegar a 50 gramos de cogollos secos y listos para fumar. Algo así como 50 porros.
Pero tranquilos, a no desesperarse, que la Justicia argentina siempre tendrá una explicación para corregir sus animaladas. Porque vio, usted en el fondo no entiende. La semana pasada se dio un gran golpe al narcotráfico en la Argentina. El aparato policial del Estado destinó su valioso tiempo para desbaratar a una banda de narcotraficantes liderados por el hijo de un importante piquetero oficialista, que se disponía a comercializar la peligrosa cifra de cinco (sí, 5) plantas de marihuana con menos de un par de meses de vida. Si no me creen, busquen en Internet los titulares con los que los grandes medios comunicaron la noticia. Yo encontré uno: “Detuvieron al hijo de Emilio Pérsico por comercialización de marihuana”.
Al igual que le ocurrió a un joven de Parque Virreyes al que hace menos de un mes le reventaron la casa, lo acusaron de narcotráfico y lo dejaron diez días preso por cultivar marihuana para su consumo, al hijo de Pérsico le invadieron su intimidad sin prueba alguna, lo acusaron de comercializar drogas y se lo llevaron detenido. Obviamente que se tendrá que ver si un funcionario o su hijo pueden trasladar objetos personales en una camioneta oficial, eso nadie lo discute. Aunque al lado de los 8 kilos de cocaína de máxima pureza encontrados en un vehículo de la Sedronar, esto parece una joda.
Director de la revista THC
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