(SDM) Algunos monopolios y/u oligopolios mediáticos todavía sueñan (o deliran) con el retorno del perimido Consenso de Washington y sus conflictivas recetas de los '90 —o de última, replicar hoy la hegemonía del viejo orden—. No han comprendido que la burbuja especulativa se desplomó de un día para el otro, y este hecho puso en alerta al resto del mundo, evidenciándose en las consecuencias globales no sólo la rapacidad con la que actuaban, sino la injusta distribución de la riqueza que han dejado como herencia. El Estado socorrió a la arquitectura financiera para que no colapsara del todo el sistema capitalista; a pesar de ello, la codicia de los banqueros y de sus traders continúa con la misma voracidad (ver Juan Gelman: "No aprenden", Página 12, 18-10-09).
Actualmente parte de los "agentes comunicacionales" se encuentran alineados y operan en conjunto con los grupos de poder más recalcitrantes y conservadores, puesto que unifican objetivos —más allá de sus propios matices diferenciadores— ante la dominante del capital (real o virtual; da lo mismo, ya que lo importante para el statu quo es la acumulación, la plusvalía, y la continuidad como dueños de los medios de producción y especulación; sea el signo del gobierno que sea).
Se denomina a dichos sectores como la nueva derecha o restauración conservadora (Carta Abierta), quizás las manifestaciones más visibles sean la Unión de Organizaciones Democráticas de América a nivel regional, o Aurora de una nueva República en el plano local; quienes se oponen a los referentes del Foro de Sao Paulo y su Socialismo del Siglo XXI. En sus comunicados y documentos manifiestan un rechazo visceral a los mandatos nacionales y populares, mucho más si se involucran los movimientos sociales o piqueteros, y peor todavía si es el mismo pueblo el que participa en la cosa pública.
La herramienta utilizada como recurso de difusión a lo largo y ancho de Centro y Latinoamérica, ha sido la información-desinformación-tergiversación; es que la prensa afín (con periodistas consustanciados con los negocios de sus patrones) ha montado simulacros que no tienen nada que ver con la realidad. Lo hicieron en Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero no pudieron torcer ni doblegar la voluntad de la tendencia porque la gente salió a la calle, porque los movimientos de masas están altamente desarrollados y concientizados en defender los logros sociales y culturales; también lo intentaron en la Argentina (las tapas de diarios, los zócalos de los noticieros, las falacias de los periodistas en las radios, en la televisión, y, desde ya, la descalificación anónima de los blogs). Hemos sido invadidos por una violencia semiótica sin precedentes, pergeñada por el Grupo Clarín y la oposición de derecha. Sin medias tintas puede vislumbrarse que la estrategia se repite con la participación de casi los mismos actores y con similares mecanismos de acción y reacción (ver Maurice Lemoine: "Una advertencia llamada Honduras", Le Monde diplomatique, septiembre 2009).
En el primer enfrentamiento que se dio en nuestro país se impusieron los intereses de la economía concentrada (recuérdese el conflicto del mal llamado "campo" por la resolución 125).
El pasado viernes 9 de octubre, en el recinto del Senado del Congreso de la Nación, y luego de la media sanción de la ley de medios conseguida en la Cámara de Diputados, se recompusieron las fuerzas del otro campo, las que refieren y representan al campo popular. Hubo una conquista soberana, multitudinaria, pluralista, que culminó con la aprobación (en general de 44 votos contra 24, y en particular con guarismos casi semejantes) en la madrugada del sábado de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; la cual reemplazará, en la mayor brevedad, a la vieja ley de radiodifusión 22.285 promulgada por la dictadura militar en 1980.
La derecha sufrió una derrota importante, por eso los empresarios de los medios quieren judicializar la norma emergente, en cambio los políticos que enarbolan la bandera republicana ya abogan con derogar la ley cuando asuman el 10 de diciembre los diputados electos el 28-J (ver Emilio Marin: "La democracia se anotó una gran victoria", La Arena, 11-10-09).
Ha quedado claro que los políticos cooptados y que hablan al unísono el lenguaje de las corporaciones mediáticas van a continuar en la misma senda, no se van a detener... Sin embargo, entre medio de tanto espectáculo no se debería perder de vista lo que sucede en Honduras y su gobierno de facto, porque acá también tienen sus aliados potenciales en la oligarquía y en los medios. En ese país se viene aplicando el ejemplo residual de las malas artes de la vetusta Escuela de las Américas, lo que podría repetirse en el resto del continente si los halcones ignoran el mandato del presidente Barack Obama, reciente Premio Nobel de la Paz.
Está permitida cierta incredulidad en las instancias de cambio, además de prorratear el comportamiento consabido de la dirigencia vendepatria. Cuando se dirime el reparto de los porotos, son válidas las advertencias para que no haya sorpresas en la madrugada como le sucedió al presidente hondureño Mel Zelaya. Es que esta avanzada en los dominios del capital sólo ha sido una batalla para intentar modificaciones de fondo, si es posible, de la superestructura neoliberal.
No han sido vencidos con la sanción de la Ley 26.522; sin lugar a duda seguirán con sus planes desestabilizadores, inclusive serán más cruentos y conflictivos los días por venir. Téngase en consideración que cuando no les convenga la renta económica y no puedan hacerse del ejercicio del poder por la vía electoral, los mismos cruzados argentinos por la "libertad de expresión" demolerán (desgastarán) cualquier gobierno democrático. La historia pasada es el archivo de sus comportamientos.
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