por Rafael Baraybar
Está claro que la implementación de la ley 1420, fue una herramienta fundamental en la implementación del proyecto de país que imaginaron y concretaron los grupos dominantes de la generación del 80.
Las ciencias sociales, puestas al servicio del ideal romántico, fomentaron la idea de una pertenencia a nuestra nacionalidad a través de textos, monumentos y efemérides de los cuales se nutrieron y apropiaron los maestros egresados de las pocas escuelas normales que había a fines del siglo XIX y principios del XX y rápidamente diseminados por todo el territorio del país ganado tras la campaña de Roca.
¿Cuánto aporta la Escuela en el actual proceso de construcción del campo nacional y popular, que vuelve a intentar ser inclusivo, esta vez de los postergados por las políticas neoliberales de los 90, que a su vez fueron el colofón de otros procesos de exclusión que abarcaron casi la totalidad de la segunda parte del siglo XX?
A través de un caso generado en el aula intento reflexionar sobre esto
Aunque en la realidad el tema ha pasado a un peligroso segundo plano en la consideración de la opinión pública, la propiedad de las tierras que ocupan los “puesteros” en el oeste de nuestra provincia, está lejos de haberse solucionado.
La escuela como institución instituyente, y la enseñanza de las ciencias sociales, en un marco de globalización pero también de nuevas concepciones teóricas, ¿ha sido en nuestra provincia una herramienta utilizada para producir aprendizajes críticos y significativos?
La ocupación de la tierra por parte de los puesteros es precaria en cuanto a la existencia de títulos de dominio. Son terrenos fiscales, ocupados de hecho a través de generaciones, en casos con un usufructo demostrable de ochenta, cien años y más.
Desde una lógica capitalista, estas tierras fiscales, podrían ser adquiridas por inversionistas (y de hecho, lo están siendo), tentados a invertir en la actividad petrolera, fuertemente impulsada en los últimos años por la explotación del área Medanitos con epicentro en Colonia 25 de Mayo, Los puesteros en casos, son desalojados de sus propiedades, a veces por la acción del Estado, a veces por la acción de los “nuevos propietarios”.
Desde la óptica docente surgen algunas preguntas, que a su vez son disparadoras de otras:
¿Cómo enfrentar desde la escuela, en una ciudad globalizada donde los alumnos “naturalizan” el rol protagónico del Capital, la lógica capitalista mencionada más arriba y el derecho consuetudinario de los Puesteros?
¿Está la escuela, como entidad representante del estado en condiciones de poner criticidad a la enseñanza que se deba impartir a este respecto?
¿Son las Ciencias Sociales por sí una herramienta suficiente si se decidiera afrontar esa empresa?
Desde las nuevas Geografías
A diferencia de las antiguas concepciones positivistas, hoy la geografía considera la interacción de elementos de la economía, la cultura y la política en la construcción de los paisajes. El flujo de personas, tecnología y capitales es una característica que atraviesa esta combinación. Resultado de esto, encontramos en territorios integrados en tiempo real al resto del mundo, bolsones de pobreza y marginación. Bipolaridad entre integración y fragmentación. Raquel Guverich, propone apelar a la racionalización de escalas de localización integrando lo local, lo regional, lo nacional, lo mundial y lo global, para entender estas complejas coexistencias. Junto a las nuevas propuestas de las ciencias sociales, S. Sassen, habla de privatización de los Ejecutivos Nacionales y domesticación de las legislaturas.
Si tradicionalmente, el poder provincial miró hacia el puerto, haciendo caer en un penoso olvido a los territorios y poblaciones que no acudieran a saciar la sed de un modelo agroexportador no definitivamente superado, esta vocación de pertenecer a la modernidad europea hegemónica (A. Kauffman), no se altera cuando en el actual proceso privatizador, las áreas de producción petrolera, no desplazan sino que complementan a la economía proveedora de materias primas tradicionales. Y este proceso privatizador, entrega los recursos a las multinacionales y condiciona la vida de los pobladores.
Historia y Memoria
Si desde el poder se propone olvido, la redención vino de la mano de sectores vinculados con las letras, la música o el periodismo. Pero la Escuela es el Estado y retrotrayéndonos en el tiempo, encontramos en palabras de Enriqueta Schmit, en la conmemoración del cincuentenario de la fundación de Santa Rosa, aquellas palabras donde justificaba algunos silencios de su discurso porque había “muchos resquemores que no estaban aún acallados”. La maestra pedía un manto de olvido en defensa de aquel modelo que enfrentaba al progreso contra la barbarie. No estamos convencidos de que setenta años después, se haya hecho mucho por cambiar aquella óptica en la escuela provincial. Los viajes de estudio al oeste provincial, recorren los lugares más “occidentales” de su geografía, escuelas hogares, oasis de regadío, centros urbanos, pero los chicos poco registran de la forma de vida de los pobladores de la zona. Y otro viaje, el que realizara Luis de La Cruz en 1806, es un gran ausente en la bibliografía de las ciencias sociales de nuestra escuela.
Como un signo de los tiempos y para no desmentir a Alain Touraine, son los nuevos movimiento sociales, los que alivian las falencias que propone el Estado: La Fundación Chadileuvú, cubrió con dos seminarios, de alta convocatoria para los docentes, las carencias que propuso el Estado en el conocimiento del oeste provincial y mas aún, la cuenca del Desaguadero-Salado-Chadileuvú desde sus nacientes hasta la desembocadura en el Colorado; el MALUT, alza la voz de los puesteros en reclamo de una propiedad de la tierra a la que tienen derecho, pero que se les niega con argumentos administrativos, pero de transfondo político y económico.
Y, si acordamos con H. Sumcler en que “la vida de los hombre se edifica sobre algunos silencios […] La política se funda sobre acuerdos más o menos amplios sobre qué olvidar”, son los movimientos por los Derechos Humanos quienes se encargaron en nuestra provincia de mantener develado lo acontecido durante el proceso. Sin embargo en esa reconstrucción que lleva a la identificación de represores, víctimas, búsqueda de hijos de desaparecidos y en general, no aceptación de que el olvido avance, queda aún alguna deuda: se encontraron las respuestas a “qué y cómo paso el horror”, pero al decir de Tulio Halperín Donghi, no habría que permitir que eso oculte la búsqueda del porqué pasó. Entonces, el estudio de la historia reciente, tal como se dio en la sociedad pampeana (aunque no en la Escuela), no puso una mirada crítica sobre la cuestión del poder vernáculo. Caso contrario, estaría mas explícitamente vinculada a aquellos sucesos del horror y a los procesos de construcción de nuestros paisajes, la presencia ininterrumpida de muchos mismos actores políticos locales con proyección nacional, antes, durante y después de la larga noche del horror en nuestra provincia; acaso, una muestra no gratuita de gatopardismo.
A modo de conclusión
Los docentes de ciencias sociales, encontramos en los materiales que se generan desde ámbitos académicos tanto locales como nacionales, o los producidos por el Ministerio de Educación de la Nación o Canal Encuentro y las áreas vinculadas al INCAA, buen material en cantidad y calidad como para trabajar en la construcción de conocimiento con sentido crítico, sin embargo paralelamente a este cambio de rumbo, creo que hay una manifiesta orfandad y falta de acompañamiento desde lo local, tanto en la oferta de capacitaciones como de un trabajo en diseño curricular que acompañe este esfuerzo que tozudamente mantenemos desde la iniciativa individual y en afortunados pero ocasionales intentos desde algunas direcciones de escuelas.
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