Los que se están yendo son los amanuenses de la vieja política, son los que avalaron al menemismo y sus privatizaciones, los que festejaron con la farandulización de la política y aquel lema llevado a la práctica de "pizza y champagne".
Analicemos algunas decisiones de sus más circunspectos actores, por ejemplo, el "Lole" Reutemann, que siempre ganó carreras pero nunca un campeonato; porque como en una cinta de Moebius se ha quedado a mitad de camino y lo saluda desde lejos, triunfal, Alan Jones. Incluso su retórica deja mucho que desear; es como el mismísimo balbuceo del miedoso y traidor; encima como gorila jadeante emana su conservadurismo liberal y pone en evidencia su interés particular (e individual como buen capitalista) y no colectivo, al alinearse con los cuatro jinetes del apocalipsis para salvaguardar y acrecentar su propia cuenta bancaria de devenido político, de devenido productor sojero. El periodista Eduardo Aliverti disecciona dicho comportamiento con bisturí de cirujano y nos señala: "En medio de eso ganó cámara el Menem blanco de Santa Fe, cuyas características monosilábicas y su culto a no decir jamás ni que sí ni que no sino todo lo contrario, son ya una marca aparentemente indescifrable de la política argentina. Al cabo de algún notable curso veloz de oratoria, anunció locuaz que se apartaba del bloque kirchnerista del que nunca nadie tuvo idea de que formaba parte…".
+
Los que se van nunca estuvieron con el Proyecto Nacional y Popular, son los viejos caudillos que encallaron en el senado para salvaguardarse de las investigaciones y condenas con los fueros. Son los cobardes que se suben a cualquier barco y abandonan hasta la madre para llegar a un puerto seguro que, justamente, no es donde los despide y recibe el pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario