“Algunas personas piensan que de las cosas malas y tristes es mejor olvidarse. Otras personas creemos que recordar es bueno; que hay cosas malas y tristes que no van a volver a suceder precisamente por eso, porque nos acordamos de ellas, porque no las echamos fuera de nuestra memoria.”
Así comienza “El Golpe”, fascículo en el que Graciela Montes se propone explicar a las nuevas generaciones, con un lenguaje ameno y didáctico qué fue el Golpe Cívico-Militar del 24 de marzo de 1976. Está dividido en capítulos que descubren el mecanismo de funcionamiento de la dictadura, los secuestros, los campos clandestinos de detención, la censura, el descalabro económico, el rol de la sociedad en ese momento, la lucha de las madres y abuelas de Plaza de Mayo.
El 31 de julio de 1974 el militante y abogado Rodolfo Ortega Peña fue acribillado por la Alianza Anticomunista Argentina a plena luz del día y en plena avenida 9 de Julio. Fue la primera víctima de la Triple A. De ahí en adelante recrudecerían los enfrentamientos hasta llegar al 24 de marzo de 1976. Han pasado 35 años del último golpe militar y todavía quedan preguntas sin responder. El pacto de silencio rige la conducta de cada uno de los inmisericordes genocidas. Néstor Kirchner no sólo ordenó descolgar de las paredes de la ex ESMA los cuadros de los presidentes de facto, sino que hizo de los Derechos Humanos una política de Estado. Una política que ha sido reivindicada en los Organismos Internacionales más importantes y, ahora, sirve como línea de acción a Uruguay, a Brasil.
Estas reflexiones para rememorar y resignificar a los compañeros que lucharon por un país mejor, por un país libre de dictadores, y, especialmente, a los 30.000 desaparecidos.
Aún hoy falta encontrar a 400 hijos/hijas de desaparecidos, y tanto las Abuelas como las Madres de Plaza de Mayo no cejan en ese empeño, no ceden a la desesperanza, sino que son una de las muestras más importante de la resistencia y la perseverancia donde muchos dirigentes y periodistas se han vendido por cuatro monedas.
Por eso las Abuelas han sido condecoradas por su alto ejemplo en la UNESCO con el Premio de Fomento de la Paz Félix Houphouët-Boigny. Recordemos que en su página virtual señalan: “Trabajamos por nuestros nietos ―hoy hombres y mujeres―, por nuestros bisnietos ―que también ven violado su derecho a la identidad―, y por todos los niños de las futuras generaciones, para preservar sus raíces y su historia, pilares fundamentales de toda identidad.” Y entre esos hijos y nietos se encuentran Felipe y Marcela Noble Herrera, que gracias al poder y la argucia de abogados y ex jueces (comprados) han dilatado 10 años saber la verdad, saber su verdadera identidad, saber si son o no hijos de padres desaparecidos. Pero la Justicia que, lamentablemente, sigue prendada y ocupada por colaboradores del Proceso de Reorganización Nacional, tiene sus puntos de fuga, es decir, donde funciona la Constitución Nacional y el Código Penal, y ha ordenado que los herederos del monopolio Clarín se hagan al fin las pruebas genéticas, y con los ADN determinar su identidad.
Sabemos que muchos se han cambiado de bando según las conveniencias y las cuentas bancarias, por ejemplo el ex Juez Federal Gabriel Cavallo, o el periodista Jorge Lanata, quien llegó a decir en su programa de cable que ya lo tenían harto con la dictadura. Hace tiempo Lanata junto a otros periodistas y dirigentes empezaron a mutar las buenas costumbres (entiéndase: ética y respeto), dilapidando su capital simbólico, su profesionalidad, para convertirse en voceros del Grupo Clarín, que las investigaciones prueban que han sido socios de Videla, Massera y Agosti.
Es necesario repudiar a los oportunistas, por ejemplo a Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no por las alusiones constantes a favor de la represión de los conflictos sociales, ni tampoco por haber nombrado como Ministro de Educación a Abel Posse, un defensor y adulador de los genocidas, sino porque es un desvergonzado y un impúdico que ha ofendido cada vez que pudo a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Encima el sábado pasado, en el Salón del Libro de París, tenía previsto en su agenda asistir al panel “La huella de la dictadura en la literatura argentina”, del que participaron los escritores Graciela Aráoz, Elsa Osorio y Pablo de Santis. Por suerte, desistió.
Pero, sí, Mauricio, el líder del PRO, que reivindicó a Cacciatore, quien fuera Intendente de Buenos Aires durante la dictadura, y que, además, es confeso admirador de Menem ―que indultó a los represores―, y afirmó en un almuerzo con la diva Mirtha Legrand: “Carlos Menem fue un reconstructor del país”; iba a estar ahí, sonriente, para la foto. Macri que declaró en una conferencia de prensa: “¿Por qué siempre ponemos el eje en los militares? Acá hubo dos lados. El terrorismo y el terrorismo de Estado.” La vieja y caduca teoría de los dos demonios.
Ante el cinismo de Macri, de Magnetto, de Ernestina Herrera de Noble y sus colaboradores, hay que duplicar el esfuerzo y el ímpetu para cumplir con los objetivos. Por eso en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justica decimos presente para que los 30.000 desaparecidos estén presentes. Y, en consecuencia, en el predio del Centro Recreativo Don Tomás se inaugura el Monumento a la Memoria, obra creada por el artista plástico Raúl Fernández Olivi y el arquitecto Miguel García, que contiene en unas placas los nombres de los pampeanos desaparecidos.
Fernández Olivi nos explica su significado: “Se trata de una arquiescultura en homenaje a las víctimas de la última dictadura militar, que intenta manifestar los sueños y proyectos que quedaron truncos con la desaparición y muerte de tantas personas. La idea de fuente, de agua que circula, que se eleva y cae, representa simbólicamente el constante fluir de ideas, de compromiso, de acción y de lucha.”
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