Por Edgardo Depetri
Aportes para el Debate
Introducción
Asumimos la disputa política sin condicionamientos, con entrega militante, con compromiso y la convicción de que estábamos aportando lo nuestro a la gran batalla –tal como la definió “el poder”- de la provincia de Buenos Aires. De esto tenemos que estar orgullosos, porque estuvimos a la altura de las circunstancias, dando todo de nosotros para cumplir con el objetivo al que nos comprometimos de cuerpo, alma y corazón.
La correcta acción de unidad que desarrollamos con los partidos y movimientos sociales, nos marcó un lugar de pertenencia en el Frente para la Victoria y en el movimiento popular. El acto con los trabajadores y la militancia de la CTA, que realizamos como cierre de campaña, marcó nuestra identidad como clase trabajadora y pueblo.
No hay dudas de que el Frente Transversal pudo desarrollar una buena campaña electoral, con una fuerte movilización territorial de toda su militancia en los barrios y en los espacios sindicales, en los jóvenes, en las áreas estratégicas, en salud, educación, cultura, políticas sociales, política internacional, organización, en esos espacios tuvimos una activa presencia comunicacional, mediática, y callejera, y suficiencia de recursos propios, que sostuvieron nuestras actividades.
La solidaridad y la responsabilidad que tomó la militancia, los referentes distritales y la Mesa Nacional, desde que impulsamos el acto en el Luna Park y que no paró hasta el día de la elección, nos hizo crecer como fuerza y nos consolidó como parte de un proyecto político social más amplio.
Pero no alcanzó. El 28 fue un triunfo de los grupos económicos y una inocultable derrota del pueblo y del campo popular. Y no una derrota que sale de la nada. Era algo que se había iniciado con la 125, con el voto “no positivo” de Cobos y la rebelión de la derecha colgándose de la patria gaucha y que fue utilizada para comenzar a posicionarse para la contienda electoral. La derecha encuentra su punto de unión con la clase media en la 125. Y ahí ya podemos visualizar cómo se fue armando el entramado de la Mesa de Enlace con sectores políticos, económicos, sindicales y comunicacionales francamente destituyentes.
El mensaje del poder era que se puede volver a reinstalar un escenario similar al 19 y 20 de diciembre de 2001 y no hay que esperar a vencer a este gobierno en términos electorales, dicen tenemos fuerzas, tenemos capacidad para golpearlo ya y volver a reinstalar políticas públicas que garanticen la gobernabilidad. La gobernabilidad como la quiere el poder, frenando la política de distribución del ingreso nacional y protegiendo sus ganancias.
Asumimos la disputa política sin condicionamientos, con entrega militante, con compromiso y la convicción de que estábamos aportando lo nuestro a la gran batalla –tal como la definió “el poder”- de la provincia de Buenos Aires. De esto tenemos que estar orgullosos, porque estuvimos a la altura de las circunstancias, dando todo de nosotros para cumplir con el objetivo al que nos comprometimos de cuerpo, alma y corazón.
La correcta acción de unidad que desarrollamos con los partidos y movimientos sociales, nos marcó un lugar de pertenencia en el Frente para la Victoria y en el movimiento popular. El acto con los trabajadores y la militancia de la CTA, que realizamos como cierre de campaña, marcó nuestra identidad como clase trabajadora y pueblo.
No hay dudas de que el Frente Transversal pudo desarrollar una buena campaña electoral, con una fuerte movilización territorial de toda su militancia en los barrios y en los espacios sindicales, en los jóvenes, en las áreas estratégicas, en salud, educación, cultura, políticas sociales, política internacional, organización, en esos espacios tuvimos una activa presencia comunicacional, mediática, y callejera, y suficiencia de recursos propios, que sostuvieron nuestras actividades.
La solidaridad y la responsabilidad que tomó la militancia, los referentes distritales y la Mesa Nacional, desde que impulsamos el acto en el Luna Park y que no paró hasta el día de la elección, nos hizo crecer como fuerza y nos consolidó como parte de un proyecto político social más amplio.
Pero no alcanzó. El 28 fue un triunfo de los grupos económicos y una inocultable derrota del pueblo y del campo popular. Y no una derrota que sale de la nada. Era algo que se había iniciado con la 125, con el voto “no positivo” de Cobos y la rebelión de la derecha colgándose de la patria gaucha y que fue utilizada para comenzar a posicionarse para la contienda electoral. La derecha encuentra su punto de unión con la clase media en la 125. Y ahí ya podemos visualizar cómo se fue armando el entramado de la Mesa de Enlace con sectores políticos, económicos, sindicales y comunicacionales francamente destituyentes.
El mensaje del poder era que se puede volver a reinstalar un escenario similar al 19 y 20 de diciembre de 2001 y no hay que esperar a vencer a este gobierno en términos electorales, dicen tenemos fuerzas, tenemos capacidad para golpearlo ya y volver a reinstalar políticas públicas que garanticen la gobernabilidad. La gobernabilidad como la quiere el poder, frenando la política de distribución del ingreso nacional y protegiendo sus ganancias.
La disputa por el modelo
El poder decidió disputar la rentabilidad de este modelo y nos dijo basta desde mucho antes que el 28 de junio. Trabajaron permanentemente para derrotar e este gobierno, pero esto es una parte parcial del análisis, que debe ser más amplio. No sólo de este espacio y de todos los espacios del campo popular, sino que debe haber expresiones del gobierno también, que tiene la responsabilidad de conducir el proceso, porque no hay mesas colectivas donde uno pueda discutir la política, no hay espacios de reflexión compartidos, donde nosotros podamos plantear con claridad y humildad nuestra mirada a quienes son los verdaderos responsables de conducir la idea de país y de sociedad que queremos. Necesitamos este debate, para definir etapas, responsabilidades y roles del momento.
Porque es evidente que el poder económico es el que más se benefició con la caída electoral del gobierno de Cristina Kirchner. Ni siquiera de Narváez-Solá ni la Coalición Cívica, sino la Unión Industrial Argentina y la AEA, que son los grandes grupos económicos, que ya plantearon que la Argentina tiene que devaluar y que hay que colocar el dólar a 4.50 ó 5 pesos, lo que significaría desvalorizar el salario de los trabajadores y nos haría retroceder una vez más.
Tampoco es casual la aparición de Duhalde. Se equivocan quienes creen que Duhalde aparece sólo por la interna del PJ; lo hace, para discutir el modelo y para presionar hacia la devaluación de la moneda nacional y para armar con Macri la candidatura a presidente de la República y hacer una recomposición no sólo del PJ sino de la derecha, y no para disputar el 2011 porque ya está discutiendo hoy qué tiene que hacer el gobierno. Por eso la UIA -ni lenta y perezosa- planteó el aumento del dólar, y dice no hay que discutir convenios colectivos de trabajo, que no hay que discutir salario, que hay que parar el gasto público, que para nosotros es inversión social. Nos hacen acordar cuando votaron la ley de presupuesto cero –en el gobierno de la Alianza- o sea, cero salud, cero educación, cero agua potable.
Esa es la ofensiva del poder, porque ve en la derrota electoral del gobierno que puede ir por sus reivindicaciones, por sus intereses, y esto demuestra, a algunos que nos corrieron por izquierda en el proceso electoral, que ante nuestra caída, la caída de kirchner y del gobierno de Cristina, se afianza el poder de la derecha que no sólo se expresa en lo electoral sino en lo económico, en lo político, en lo sindical, en lo comunicacional y se expresa en lo cultural. Por eso, quien más avanzó después del 28 en plantear el pliego de sus demandas fue el poder económico a través de la UIA.
Y con el argumento de que perdimos en todos los centros y las provincias agrarias, la Mesa de Enlace reclama la baja en las retenciones a la soja, lo cual implicaría transferirle cinco mil millones de dólares a dos mil quinientas familias propietarias de 12 millones de toneladas de soja que aún esperan ser vendidas, en los silos o silos bolsas, pero nada dicen para defender los intereses de los pequeños productores de frutas y hortalizas, ni siquiera de maíz, trigo y carne que son los alimentos que consume nuestro pueblo.
Y ni hablar del sector financiero y de los multimedios. Sus grandes escribas no disimulan su alegría. Ellos pensaban que ganábamos en la provincia de Buenos Aires y entonces armaron la campaña del fraude para deslegitimar, de cualquier manera, el resultado electoral y prepararse para la disputa de la rentabilidad del modelo. Lo hubiesen hecho igual por más que ganáramos por dos o cuatro puntos. El poder funciona e incide en la vida de los argentinos y no entender esto, cómo funciona el poder y cuáles son sus decisiones fundamentales, es subestimar el proceso electoral como muchos hicieron y a quienes enfrentamos.
El mismo enemigo
Por eso no es casual que Néstor kirchner se haya puesto la campaña al hombro y caminado con los intendentes del conurbano o que nosotros, desde nuestro lugar, hayamos ido a caminar por todos lados porque la única posibilidad de ganar este proceso electoral era convocar a millones y millones de compatriotas, conscientes que no era una elección más, que era una elección donde se iba disputar la continuidad o no de nuestro proyecto político en marcha. No se trataba tan solo de llegar o no a una banca. Lo hicimos para fortalecer un proyecto, para que Macri no fuera el gran ganador si De Narváez consolidaba un piso de 30 puntos. Nunca pensamos que iba a llegar a 34 puntos o 36 puntos como proyectaban las encuestas al final de la campaña.
Tenemos que poner mucho énfasis en discutir el 28 de junio en función de los intereses poderosos que enfrentamos, que son los mismos que enfrentamos con la resolución 125. Muchos se sorprendieron de cómo votaron algunos legisladores. Pero nosotros habíamos planteado que la Resolución 125 no pasaba en el Congreso porque sabíamos que las multinacionales sojeras y la presión mediática condicionaban la votación. En Diputados hubo avances de la representación del pueblo y por eso ganamos la votación de la 125, pero los senadores que representan a las provincias vienen por una negociación con el poder económico, muchos, como se demostró -Urquía, Menem, Reutemann, Romero, Rodríguez Sáa, entre otros- son la concesión del gobernador al poder económico y no a los intereses del pueblo de la provincia.
Por eso era muy difícil que una ley que debía capturar dos mil millones de dólares de los grupos económicos y quería reivindicar al Estado presente en el mercado, capturando rentas de esos sectores para distribuirla al conjunto de la población más necesitada, no podía soportar un debate democrático y la decisión de Cristina Fernández de Kirchner. Cómo se votó en el Senado fue la concesión al poder económico porque no era solamente la discusión de la 125, era la discusión de la futura ley de radiodifusión y era la discusión de la campaña del gobierno, para empezar a arrinconarlo, a debilitarlo y ponerle freno.
Todo eso ocurrió desde esa confrontación hacia acá, nosotros nos venimos desgastando, nos vinimos desangrando y le tuvimos que poner el cuerpo a cada debate, a cada idea, a cada propuesta, a cada posibilidad de avanzar porque de ahí hasta acá fue todo confrontación de parte del poder, fue todo descalificación.
No pudieron en esa confrontación, pero sí pudieron el 28 de junio, dándonos un golpe, una derrota, que nos deja el sabor amargo y que nos quita posibilidades. Sabemos que es sólo una batalla perdida, que no es definitiva, pero solamente podremos recuperarnos y recomponernos si también aceptamos que aparte de enfrentar al poder, nosotros fuimos con debilidad a pelearle a ese poder, porque muchos de los que tenían que ir a defender el modelo a las barriadas terminaron negociando con De Narváez, cortando la lista del compañero Néstor Kirchner y poniendo la boleta de la oposición. Entonces, no se puede convocar a la transformación o a defender el proyecto nacional y popular de Cristina Kirchner con representantes que terminan negociando y priorizando sus boletas territoriales.
Esta decisión de los intendentes de diferenciarse del kirchnerismo es un mensaje al poder económico y a la derecha que enfrentamos, al duhaldismo y al macrismo o en su versión neomenemista del reutemismo. Estaban jugando a dos puntas. Esta es una reflexión que nos tiene que dar líneas de intervención, de desarrollo territorial, y enfrentar con toda claridad que nosotros perdimos porque enfrente teníamos un poder mucho más poderoso, pero también perdimos por debilidades propias.
Lo que hicimos y lo que faltó
En las recorridas, caminando las barriadas populares del Conurbano, recibimos muchas demandas insatisfechas de la sociedad. Nos decían a nosotros, los propios compañeros, en las mateadas, todavía duele el hambre en muchos lugares, duele la desocupación, duele la pobreza. Es necesario ampliar el debate y resolver el por qué los grupos económicos, como lo hemos dicho en infinidad de oportunidades, capturan más ganancias, más rentabilidad y más riqueza con nuestro propio modelo que la que capturamos los trabajadores. A los sectores populares todavía nos cuesta resolver la desigualdad social que existe, no podemos achicar la brecha, aún con nuestro propio modelo al que defendemos, ahora más que nunca.
Nosotros fuimos con verdades a defender el modelo de crecimiento con inclusión social. Nosotros creamos cuatro millones de puestos de trabajo, pero si queremos terminar con la desocupación tenemos que crear cuatro millones de puestos de trabajo más. Nosotros redujimos la pobreza y la indigencia a más de la mitad, pero hay que seguir sacando a los compañeros de la pobreza, y seguir sacando a los compañeros de la indigencia y para eso tenemos que profundizar las políticas públicas con más vivienda popular, más agua potable, más cloacas.
El crecimiento en la economía del 6 % anual en los últimos años, es cierto, nos ha permitido ganar y por eso salimos a defender el modelo, el trabajo, el salario, la obra pública, la vivienda, la seguridad social, la educación, pero también ganaron los grupos económicos. Y hubo decisiones del propio gobierno que debe revisar y cambiar porque es un mensaje que nos dio la propia sociedad. Está bien subsidiar a determinados sectores económicos, sobre todo para apoyar la reindustrialización y proteger el trabajo y el salario, pero hay que priorizar cada vez más el combate contra la desocupación, la pobreza y la exclusión.
Nosotros no hicimos una mala elección en el interior de la provincia de Buenos Aires, nosotros sacamos 24 puntos en términos promedio, aún contando el distrito de La Plata, donde tuvimos 20 puntos en promedio con el intendente que jugó en contra. En el primer cordón podríamos haber sacado dos o cuatro puntos más, pero no hicimos una mala elección, estuvimos en 30 o arriba de 30 puntos. La elección se perdió en el segundo cordón del Gran Buenos Aires, donde en el 2007 sacamos 30 o 35, apenas sacamos 8 puntos de diferencia. Más allá de cómo jugaron los intendentes, que jugaron al corte de boletas o en contra, ahí está la mayoría de la población que todavía está en la pobreza.
Para nosotros, a partir de 2005, la posición monopólica y oligopólica de las empresas en la producción de alimentos, nos disputó la riqueza que generamos todos los argentinos y, con el movimiento de precios en los productos básicos de la canasta familiar, golpeó nuestra base electoral. Los trabajadores formales, con sindicatos constituidos, pudimos pelearla a través del convenio colectivo y acompañamos la recuperación del salario, que se caía por la inflación promovida por las 200 empresas formadoras de precios. Esa recuperación no fue posible en los trabajadores informales y mucho menos en los trabajadores que tienen algún plan social. Los ingresos de jubilaciones y pensiones, a pesar de la espectacular política de recomposición de ingresos realizada por nuestro gobierno, también cedieron en esa disputa.
Entonces, nosotros tenemos que ir ahí, a resolver la pobreza y la desocupación de nuestro pueblo para recuperarnos de nuestra derrota y empezar a profundizar las políticas públicas para que nuestro pueblo sienta todo lo que se hace. Tenemos que asumir que no se puede ir a combatir contra el poder sin tener la estructura organizativa y de representación que respalde esas políticas públicas. No hay ningún problema en acordar con los intendentes del conurbano; hay que acordar, pero lo que no hay que hacer es hipotecar a los propios compañeros.
Señales de la campaña
Si no se construye lo propio, si no se entusiasma, si no se enamora, si no se es capaz de construir una organización horizontal, democrática, participativa, movilizada, no hay posibilidad de enfrentar al poder, porque el poder se nos mete por todos lados, también por Gran Cuñado. Nosotros planteábamos una disputa con De Narváez marcando que es un tipo que vino a recomponer las tasas de ganancia de las grandes empresas y que, salvo cuando se les salió la cadena a él y a Macri y dijeron que van a privatizar el sistema previsional y Aerolíneas Argentinas, en general no discutieron el modelo, discutieron la inseguridad, la forma de Cristina, el autoritarismo del gobierno, la corrupción, que este gobierno no convoca a la producción.
Pero no discutieron el modelo y cuando nosotros, Néstor Kirchner especialmente, queríamos plantear la visión del modelo que defendemos, del otro lado del aparatito del televisor transformaron a De Narváez en un tipo común, agradable, que tenía un plan. Y quiero reflexionar sobre esto: en el cierre de campaña el tipo se paró ante las cámaras sabiendo que lo transmitían en cadena, por lo cual lo estaban mirando millones de bonaerenses, y dijo “alika alikate, quereme querete, votame votate”. Yo pensé que se chifló o está loco, pero no, lo dijo porque sabía a quién apuntar, porque sabía que era una disputa de cabezas.
Evidentemente, venimos remontando la cuesta desde muy atrás. Todavía el neoliberalismo es capaz de vender un candidato como vende un producto en un supermercado y la desideologización, la falta de debate, de conciencia y organización, y el individualismo de millones de compatriotas que no se sienten parte de un proyecto nacional y popular, permiten reinventar alternativas del poder dominante.
Entonces, nosotros no podemos ir a confrontar al poder económico y multimediático, que todo lo que hace es confundir, deslegitimar las mejores intenciones y darle manija a las ideas, a las imágenes y a los discursos de los sectores económicos, a los candidatos del poder, si no tenemos a los compañeros en cada cuadra, en cada barrio, en cada lugar, en condiciones de dar respuesta.
La discusión del modelo que nosotros planteamos se quedó en la defensa de lo que hicimos y no atravesó, no conmovió, no entusiasmó a los compañeros para lo que vamos a hacer después, pero sobre todo, tuvo la debilidad de que los que fueron a defender al modelo de memoria y justicia social, fueron los mismos que no lo defendieron durante la dictadura militar, durante el menemismo o durante la confrontación de este gobierno con los sectores económicos, porque muchos de los candidatos, concejales, diputados provinciales, senadores, diputados nacionales, no estuvieron en la pelea de la 125 o en la pelea por la discusión de las políticas públicas del gobierno nacional.
No estuvieron cuando entregamos la ESMA a las Madres de Plaza de Mayo, no marcharon el 24 de marzo, tampoco para encontrar con vida a Julio López ni cuando derrotamos al ALCA en Mar del Plata. Y lo vimos en los actos del partido justicialista, en el cierre de campaña en el Mercado Central, donde no se percibía un clima convocante y movilizante para la gran pelea que se avecinaba el 28, porque ahí ya se sabía que había deserción por las actitudes de algunos intendentes: Malvinas Argentinas, La Plata, Tigre, y porque la elección venía pareja.
El análisis
Estamos tratando de encontrar la respuesta que no sólo explique lo electoral sino que desentrañe el problema político y a partir de ahí ver cómo vamos a recomponer y cómo vamos a reafirmar un rumbo que evidentemente necesita tener una iniciativa que coloque a nuestro proyecto en disputa nuevamente, para frenar la ofensiva del poder que no va a esperar al 10 de diciembre, a tener mayoría parlamentaria, sino que lo están discutiendo hoy. Por eso vemos muy bien que el gobierno haya reaccionado y cambiado el gabinete nacional, sobre todo que los que no estuvieron convencidos con el proyecto abandonen el gobierno y que la Presidenta nombre a quien siente más concientemente que va a defender las iniciativas del Poder Ejecutivo Nacional.
La prioridad es consolidar el gobierno de Cristina hacia el 2011. La renuncia de Néstor Kirchner al PJ fue una decisión correcta. Fue un error creer en algún momento que podía conducir esa estructura, pero reivindicamos a muchos compañeros del PJ, intendentes, diputados, concejales, gobernadores de provincias, que acompañaron. Su renuncia al partido es una demostración que quiere compartir y construir otro espacio político, pero no la transversalidad. Yo no creo que sea posible construir una transversalidad, por lo menos como la conocimos hace cuatro años atrás, donde se juntaban cuatro dirigentes autodenominados “progre” y se calificaban como lo nuevo sin discutir ni convocar a nadie. Yo creo que la perspectiva es unificar a la militancia, a los movimientos populares, a los compañeros, a dar un gran debate nacional para construir fuerza política, social, sindical, cultural con un objetivo muy claro, defender al gobierno de Cristina Kirchner, ante los intereses económicos, que vienen por ella.
Porque lo que quiere el poder es que este gobierno haga el ajuste y lleve el dólar a 5 pesos, baje las retenciones a la soja, paralice la obra pública, las cloacas, el agua potable, la construcción de viviendas, pare los desarrollos sociales urbanos, no convoque a paritarias para discutir los salarios y que el Estado no avance interviniendo en el mercado. Sabemos que el poder golpea, trata de condicionar al gobierno, y la oposición plantea que hagamos nosotros el ajuste, porque dicen que Kirchner y Cristina no van más y en 2011 vienen ellos a gobernar. Los que han sido derrotados tienen que hacer el ajuste en estos dos años que quedan y pagar el costo político para que ellos vayan a la disputa electoral teniendo resuelto el debate político en la sociedad.
Ese es el planteo del poder, pero nosotros decimos que el escenario electoral del 28 de junio no altera nuestras convicciones y nuestro proyecto de construir una patria para todos. Porque tampoco es que ellos nos ganaron 50 a 20 y que la sociedad dijo masivamente queremos a Macri presidente y a De Narváez gobernador ya, porque entre otras cosas en Capital el macrismo retrocedió el 50 por ciento de los votos, y Elisa Carrió salió tercera cómoda, cosa que el poder no pone como parte del análisis, como no pone la información de que la compañera gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos del Ari, salió quinta, o que Schiaretti salió tercero en Córdoba. Y a Reutemann no le fue tan fácil, ganó sólo por un punto, pero de eso no se habla.
Y nosotros vamos a aportar en el debate al que nos convoca Néstor Kirchner, entendiendo que la transversalidad es ir a disputar en todos los espacios de representación donde se dirime el poder en la Argentina: en el modelo sindical, en el desarrollo territorial, en el debate ideológico intelectual, en lo internacional, en el ámbito productivo, en definitiva, aportar a la construcción de un movimiento de unidad, participación y decisión de todos los sectores populares.
Por eso, para nosotros, discutir lo nuevo y discutir la unidad popular es una prioridad con todos los compañeros que nos acompañaron en el Luna Park, ampliada a otros compañeros que no estuvieron allí, o que estuvieron a medias, porque tenemos que ampliar el espacio político del Kirchnerismo.
PJ, CGT y CTA
El modelo sindical no sólo está representado por Moyano, que a esta altura de los acontecimientos, hacia el interior de la CGT, representa menos también, porque todos vimos al Momo Venegas festejando; todos escuchamos a Luís Barrionuevo diciendo que Cristina tiene que renunciar ya. Entonces, de qué modelo sindical estamos hablando. Esto ha sido un debate que nosotros tratamos de dar, tanto en el Frente para la Victoria, como en el gobierno nacional y en el campo popular, y la responsabilidad de que no haya personería gremial de la CTA no es un problema de la CTA sino la ausencia de políticas del gobierno argentino, que debe resolver definitivamente.
La ofensiva de los gordos en la CGT, denominados sindicalistas empresarios, contra Moyano tiene que ver con la interna del poder económico y el PJ. Es la expresión del sindicalismo empresario cómplice de la dictadura y del menemismo que ve el momento de avanzar sobre el gobierno, sobre la CGT, pero también sobre los propios trabajadores y el movimiento popular. Ellos no van a dudar en arreglar con Macri, De Narváez, Reutemann o Solá porque su permanencia en los aparatos sindicales tiene que ver con sus acuerdos con las patronales y con el poder político que los represente camino al 2011.
Entonces, no alcanza con tener acuerdos con la CGT de Moyano, que fue importante y cumplió un rol trascendente en la defensa del modelo productivo que impulsó el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. Hay que ampliar a la CTA y sobre todo avanzar en la equiparación de derechos a los gremios que tienen simple inscripción gremial con los que tienen personería gremial.
Esta no es una discusión de aparatos. Es una necesidad de los trabajadores y del pueblo que, para evitar la ofensiva de ajuste del poder económico, tienen que tener herramientas para discutir la rentabilidad de las empresas.
Fue notoria también la falta de institucionalidad del debate y la decisión de sectores barriales, cuentapropistas, cooperativas, desocupados, protagonistas del combate contra el neoliberalismo, a los que no pudimos o no supimos, o no quisimos, empoderar de políticas públicas y organizativas como sujeto político de decisión y presencia en las definiciones clave de nuestro proyecto.
En 2007 se planteó que la CGT y el partido Justicialista iban a ser garantía de la gobernabilidad del gobierno de Cristina Kirchner. Pero en este proceso electoral, como cuando enfrentamos al verdadero enemigo del pueblo argentino y de la clase trabajadora, como fueron las patronales rurales, la mitad de la CGT y la mitad del partido Justicialista saltó para otro lado. Entonces es hora de que nos hagamos cargo, también en el Frente para la Victoria, de nuestras contradicciones y de los errores que ha producido el propio gobierno, la propia conducción. Hay que alentar la discusión entre los propios compañeros.
La sociedad también nos dio un alerta en algunas definiciones como no avanzar más en políticas de distribución del ingreso nacional, y quedó demostrado que las políticas sociales focalizadas pueden servir para resolver algunos colectivos, pero nosotros tenemos que animarnos a discutir políticas sociales universales que cubran a la mayoría de los argentinos y los saque de la pobreza, la indigencia y la desocupación. Pero también eso nos tiene que servir para organizar a esos compañeros. Porque no se trata solamente de repartir plata o hacer algún programa sino, como lo planteó el Frente Transversal, que cada recurso signifique organización, conciencia y debate de los compañeros.
Las políticas sociales y de infraestructura que promovió el Gobierno Nacional tuvo en el PJ y en los intendentes un manejo clientelar. Los recursos ejecutados en el territorio fueron manejados con viejas prácticas políticas que ahogaron la construcción de una nueva institucionalidad, que incorporara al proceso a todos los desarrollos territoriales. No fue la garantía de la derrota, pero el aparato funcionó en contra nuestra y nos restó posibilidades de discutir, con la sociedad, la defensa del modelo.
Nuestro debate
Esas son las cosas que tenemos que discutir; de nada nos valen los cargos si no acertamos correctamente en la política, porque es la política la que permite consolidar los procesos de transformación y esta es una definición que nos tiene que servir al propio Frente Transversal para discutir más política, más ideología, más protagonismo, más participación, más decisión colectiva, más entender lo que nos pasa en las crisis políticas y en las crisis personales. Porque Néstor Kirchner, correcta y valientemente, asumió la candidatura a diputado nacional porque no había organización popular, no había suficientes espacios de movilización en condiciones de garantizar la disputa que polarizara con el poder. Por eso fue correcta su candidatura, más allá de las candidaturas testimoniales del gobernador y de los intendentes, que terminaron traccionando ese 32.5 % de los votos que puso el límite a nuestra construcción.
Tenemos que debatir, con Néstor y con Cristina Kirchner, cuáles son las iniciativas que tenemos que poner en la agenda, que debe ser la agenda del pueblo, de los sectores empobrecidos de la sociedad, de los que no tienen nada. Esa y no la agenda del poder y de la mayoría de los sectores de la oposición que lo único que quieren es recomponer las tasas de ganancia de las empresas, de los sectores industrial, agro sojero, financiero, o de las empresas de los medios de comunicación que son empresas que compran y venden información al mejor postor. Y para poner la agenda del pueblo hay que fortalecer la organización, que como dijo el General Perón, “es la única que vence al tiempo”.
Hay que darse un salto organizativo cada vez mayor, tendremos que discutir más, consensuar más, militar más, para construir mayores niveles de protagonismo y convocar a los compañeros a que sigamos peleando por lo que tenemos hoy, por lo que queremos tener, que es una sociedad donde todos tengan trabajo y donde la justicia sea el destino colectivo del pueblo.
Fortalecer la unidad popular
Entonces debemos fortalecer la unidad popular. Es necesario recomponer una fuerza popular, una nueva perspectiva política en el país que sea capaz de acompañar el proceso de transformación social que han planteado Néstor y Cristina Kirchner, que ya no sólo se torna necesario sino imprescindible. Por eso, nosotros, que somos Frente Transversal, que no somos un partido político ni somos tan sólo un movimiento, tratamos de ser coherentes con las experiencias de organización y de construcción que tuvimos a lo largo de 30 años de militancia.
Por eso la prioridad central para nosotros es fortalecer al gobierno de Cristina Kirchner y fortalecer la Central de Trabajadores de la Argentina. Esta es la responsabilidad del momento, y la disputa que nosotros tenemos ante la Unión Industrial Argentina, ante la patronal sojera, ante los sectores financiero, bancario, ante los multimedios de comunicación. Y esa disputa no la vamos a hacer tan sólo desde el aparato del Estado. Quedó demostrado, que para hacer realidad otra de las tantas cosas que hemos puesto en la agenda pública, que la crisis de representación que nos mostró la sociedad argentina el 19 y 20 de diciembre de 2001 no se resuelve con las viejas estructuras partidarias, sindicales, económicas y de pensamiento que nos llevaron a ese estallido sino que es necesario construir nuevas representaciones, nuevas posibilidades, nueva unidad del campo popular y por eso no alcanza con tener el aparato del Estado y tener buenos compañeros.
Tenemos que ser capaces de tener a millones de compatriotas organizados, movilizados, concientes y convencidos que pueden cambiar las cosas. Porque muchos de los votos que tuvimos en contra fueron de miles de compañeros que les daba lo mismo votar la lista de Néstor Kirchner que votar la de De Narváez, y esto no es solamente un triunfo del poder, esto es una derrota nuestra, porque no puede haber un solo compañero o compañera que pueda pensar que le da lo mismo votar a De Narváez que votar a Kirchner. Eso es lo que vemos cuando hacemos la radiografía del mapa electoral. Nos puede dar lo mismo de cómo se vota en Recoleta o cómo se vota en San Isidro, pero no nos puede dar lo mismo que en las barriadas más humildes de nuestro pueblo De Narváez haya tenido 30 puntos o 34 puntos.
No nos puede dar lo mismo a los que pensamos que un proyecto de transformación no se hace sólo desde el aparato del Estado y decidiendo políticas públicas sino que ese proyecto de transformación sólo puede ser viable si hay organización, si hay conciencia, si hay movilización del pueblo argentino para defender esas decisiones. El gobierno ha tomado decisiones y ha convocado a una agenda: economía, democracia y sociedad, dijo la Presidenta y nosotros tenemos que prepararnos fuertemente para discutir las tres cosas.
En economía decir con claridad que tenemos que seguir profundizando un modelo económico que haga crecer la economía, pero sobre todo que la haga crecer construyendo empleo, mejorando el ingreso de la población y atacando las bases de la desigualdad social. Democracia no solamente para convocar a internas abiertas de los partidos, democracia también significa democracia sindical y protagonismo de los trabajadores y del pueblo para discutir un modelo de país y un modelo de sociedad. Sociedad no solamente para tener un nivel de representación en un sindicato, una central, o tener un cargo institucional, sino para transformarla definitivamente.
Y como esto no se logra sólo con participar en procesos electorales sino con la construcción de una fuerza social organizada, a la que tenemos la obligación de convocar, construir y consolidar, porque con millones y millones de compatriotas organizados ya no nos podrán derrotar nunca más.
Profundizar el modelo
Consolidar el gobierno de Cristina, construir a partir de la unidad nuestra fuerza por el país que queremos, será nuestra tarea. Reafirmamos con alegría y convicciones nuestro lugar en este proyecto, en la CTA y en el movimiento popular. La historia que estamos escribiendo nos da orgullo. El presente y el futuro nos da fe y esperanza de que vamos a parar la restauración neoliberal que asoma amenazante y, con más fuerza y pasión que nunca, trabajaremos para profundizar el modelo económico, político y social al que pertenecemos.
Estas reflexiones son un aporte abierto a todos los compañeros y compañeras y las iremos enriqueciendo con la convocatoria a discutir en encuentros, plenarios, cabildos, asambleas, análisis, debates, para alcanzar una síntesis colectiva.
Frente Transversal NyP - Julio de 2009
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