Fuente: Página 12, 29 de mayo de 2009
Presidente y secretario de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN)
La estatización de las compañías que Techint tiene en Venezuela –y la postura que adoptó el gobierno argentino– ingresó de lleno en la campaña electoral y se cubrió por otros intereses que nublaron la óptica desde donde se analiza.
Hugo Chávez, como presidente del país caribeño, tomó una decisión soberana y no corresponde juzgarla desde una distante realidad argentina. Aquellas voces que se alzaron para presagiar una "ola estatizadora del kircherismo", que supuestamente se despertará como por contagio venezolano, son irresponsables y muy poco felices para la consolidación de nuestro proceso democrático.
Techint, cuando se le expropió Sidor (que recibió un acuerdo de pago por 1970 millones de dólares), movió la primera parte del dinero cobrado a un banco alemán, incumpliendo inicialmente la promesa de reinvertirlo en la Argentina; sin embargo, los nuevos defensores del capital nacional parece que ese dato no lo recibieron.
Aquellas voces que se levantaron en defensa del capital nacional, lamentablemente, no suelen ponerse de pie para defender por igual los intereses del pequeño y mediano empresariado que representa más del 90 por ciento de las unidades productivas del país. Es doloroso, pero ninguno de todos estos defensores de Techint exige el funcionamiento de la Comisión Pyme en el Congreso de la Nación, la diferenciación tributaria o el impulso de un modelo industrial, por nombrar algunos puntos, ni siquiera hoy que estamos en campaña electoral. La alianza estratégica con las del sector pyme sigue siendo una deuda pendiente tanto en el oficialismo como en la oposición.
Al parecer, estas voces tampoco conocen que las concentradas industrias de bienes primarios fijan los precios a su antojo y manejan el mercado de acuerdo con su conveniencia. Mucho han hablado de inflación, pero este tema siempre se les escapa, como si fuera irrelevante. Un informe privado constató que la preocupación principal en el grueso de las pymes es el constante y arbitrario aumento de los precios de los insumos.
Se suma a este proceso la desigualdad en términos de pago que padecemos las pymes. Cuando somos proveedores cobramos conforme a sus reglas y tiempos, cuando somos clientes nos exigen el pago en mano, al momento de bajar la mercadería y con los precios que ellos imponen. No podemos olvidar que durante 2008 los costos de los insumos de la industria metalúrgica y metalmecánica sufrieron un incremento promedio del 35 por ciento respecto de 2007, con picos superiores al 40 por ciento.
Pongamos las cosas en su justo enfoque: las elecciones legislativas del 28 de junio parecen haber nublado por completo la visión respecto de la estatización emprendida por el soberano gobierno venezolano y la postura que adoptó el Estado argentino.
Pareciera ser que si la realidad se analiza en su justa medida, los malos no son tan malos y, sobre todo, los buenos no son tan buenos. Las pymes podemos dar testimonio de ello.
Hugo Chávez, como presidente del país caribeño, tomó una decisión soberana y no corresponde juzgarla desde una distante realidad argentina. Aquellas voces que se alzaron para presagiar una "ola estatizadora del kircherismo", que supuestamente se despertará como por contagio venezolano, son irresponsables y muy poco felices para la consolidación de nuestro proceso democrático.
Techint, cuando se le expropió Sidor (que recibió un acuerdo de pago por 1970 millones de dólares), movió la primera parte del dinero cobrado a un banco alemán, incumpliendo inicialmente la promesa de reinvertirlo en la Argentina; sin embargo, los nuevos defensores del capital nacional parece que ese dato no lo recibieron.
Aquellas voces que se levantaron en defensa del capital nacional, lamentablemente, no suelen ponerse de pie para defender por igual los intereses del pequeño y mediano empresariado que representa más del 90 por ciento de las unidades productivas del país. Es doloroso, pero ninguno de todos estos defensores de Techint exige el funcionamiento de la Comisión Pyme en el Congreso de la Nación, la diferenciación tributaria o el impulso de un modelo industrial, por nombrar algunos puntos, ni siquiera hoy que estamos en campaña electoral. La alianza estratégica con las del sector pyme sigue siendo una deuda pendiente tanto en el oficialismo como en la oposición.
Al parecer, estas voces tampoco conocen que las concentradas industrias de bienes primarios fijan los precios a su antojo y manejan el mercado de acuerdo con su conveniencia. Mucho han hablado de inflación, pero este tema siempre se les escapa, como si fuera irrelevante. Un informe privado constató que la preocupación principal en el grueso de las pymes es el constante y arbitrario aumento de los precios de los insumos.
Se suma a este proceso la desigualdad en términos de pago que padecemos las pymes. Cuando somos proveedores cobramos conforme a sus reglas y tiempos, cuando somos clientes nos exigen el pago en mano, al momento de bajar la mercadería y con los precios que ellos imponen. No podemos olvidar que durante 2008 los costos de los insumos de la industria metalúrgica y metalmecánica sufrieron un incremento promedio del 35 por ciento respecto de 2007, con picos superiores al 40 por ciento.
Pongamos las cosas en su justo enfoque: las elecciones legislativas del 28 de junio parecen haber nublado por completo la visión respecto de la estatización emprendida por el soberano gobierno venezolano y la postura que adoptó el Estado argentino.
Pareciera ser que si la realidad se analiza en su justa medida, los malos no son tan malos y, sobre todo, los buenos no son tan buenos. Las pymes podemos dar testimonio de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario