"En el lockout anterior se buscaba el debilitamiento del Estado y, ahora, el objetivo es exactamente el mismo. Pretenden retornar a un país que fue un paraíso para el enriquecimiento oligárquico, pero que sólo significó marginación política y social para los sectores populares. Para estas corporaciones, incluso para la Federación Agraria, en el Estado debe primar la pasividad. Su utopía es el caduco Estado liberal. Además, tan poco respeto tienen por la democracia que ni siquiera tienen el pudor de no elegir en la Sociedad Rural a un golpista como Hugo Biolcatti, que había expresado que en caso de que el Congreso aceptara la ley de retenciones, éste debía disolverse. Existe una conexión de proyecto e intereses entre la derecha ecuatoriana con núcleo en Guayaquil, la de la Media Luna boliviana y la derecha local, que se deciden a atacar casi simultáneamente a gobiernos elegidos y sostenidos por la voluntad popular. No obstante, más allá de las intenciones oligárquicas, no creo que este lockout tenga la incidencia y despliegue en la sociedad que tuvo en aquellos cuatro meses. La clase media no va a aceptar nuevos desabastecimientos. El Gobierno está cometiendo errores, pero debemos contextualizar esas equivocaciones. La falta de un movimiento popular fuerte es un hecho central que explica ciertas limitaciones en cuanto a las políticas de justicia social del kirchnerismo".
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* Filósofo, profesor consulto en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
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