Por Eduardo Aliverti www.pagina12.com.ar
El Gobierno debe demostrar que los principales afectados por la situación externa serán los más fuertes de la cadena. De lo contrario, en algún momento el clima se lo llevará puesto porque la barrera de que dispone es una oposición desperdigada que sólo se aglutina para montar el show de la denuncia. Y eso tiene un límite. En política también es ley natural que el lugar abierto por la desesperanza lo ocupa cualquiera, o casi, que potenciado por la necesidad masiva de volver a creer tenga habilidades para explotarlo. Las últimas semanas dieron cuenta de algunos movimientos hacia allí. Carrió ya se menea con los restos no definitivamente sepultados del radicalismo, que al fin y al cabo es donde pertenece al igual que todas las individualidades y facciones gorilas que fugaron del centenario partido una vez que su sucesión de fracasos no dejó resquicio para permanecer. Solá ya se cortó solo con el beneficio de amalgamar procedencia de pragmatismo e inescrupulosidad peronista, muy buena imagen mediática y simpatía de las franjas de derecha que articularon, socialmente, en el topetazo campestre y contra la reestatización jubilatoria. Cobos también da vueltas, por mucho que siga sin parecer capaz de ensamblar nada. Y Macri, aunque sus acciones se acotan a la Capital y su gestión sea un desastre, publicita un rol de víctima que no les cae nada mal a quienes necesitan un victimario. Una atmósfera que se completa con la agitación de los medios más influyentes, tanto sea por raigambre ideológica como por la presión de optimizar sus negocios. De todo eso puede salir tranquilamente un rejuntado que, por ahora, no se ve probable sólo porque los egos de cada quien son formidables.
Frente a ello, lo único que el Gobierno baraja es la marcación de que podría estarse ante un revival de la Alianza aunque ahora por derecha explícita, como si las definiciones ideológicas encarnaran algo sustantivo para la conciencia colectiva. En realidad sí hay algo de eso, pero en un sentido que va a favor de lo peor: una opción claramente de izquierda no tiene chances en esta sociedad, pero sí las tiene una de derecha que muestre algunos escrúpulos. Y, probanza de dictadura más menemato más guerra gaucha mediante, llegado el caso sin que siquiera hagan falta los reparos.
Frente a ello, lo único que el Gobierno baraja es la marcación de que podría estarse ante un revival de la Alianza aunque ahora por derecha explícita, como si las definiciones ideológicas encarnaran algo sustantivo para la conciencia colectiva. En realidad sí hay algo de eso, pero en un sentido que va a favor de lo peor: una opción claramente de izquierda no tiene chances en esta sociedad, pero sí las tiene una de derecha que muestre algunos escrúpulos. Y, probanza de dictadura más menemato más guerra gaucha mediante, llegado el caso sin que siquiera hagan falta los reparos.
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