El pez por la boca muere. Por lo
menos en obvia referencia a cuando se lo pesca, quedando en evidencia que ha
sido presa de su propia gula y de la del pescador, además del salvaje ultraje
del anzuelo.
Macri es hombre de pocas palabras,
porque si abre la boca de más, muere; es
pescado en su limitada actividad intelectual y explota como sus propios globos
de campaña.
Maurizio quizo pasar por
chistoso al ironizar sobre las opiniones expresadas por Cristina Fernández de Kirchner desde su cuenta de Twitter, al señalar que "son decenas de miles de personas que consumen activamente la política".
Queda bastante clara la
concepción mercantilista de la política que tiene el Jefe de la CABA, el lider
del PRO (Propuesta Republicana), al equiparar al consumo habitual de los
ciudadanos, que es uno de los motores que moviliza a la economía, con el "consumo de la política".
La política no se consume, no es
un bien de mercado (aunque el mercado la capte para defender y potenciar sus
propios intereses), la política nos atraviesa cotidianamente y nos posiciona
respecto a nuestra cosmovisión del mundo. Es voluntad de servicio, de
militancia, de toma de posición, de ideología.
Macri, adalid del
neoliberalismo, nos invita a "consumir activamente la política", cuando en
realidad (la única verdad es la realidad) es otra cosa: la cosa pública, el
trabajo, el compromiso y la responsabilidad del arte de la conducción política.
Cuando el marketing y la
publicidad superan las acciones y convicciones de los cuadros políticos, lo
único que queda es ofertar, vender e hipotecar la política para que se instale
el consumismo indiscriminado, la recreación de los globitos macristas.
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