La violencia semiótica que estamos padeciendo a través de los multimedios se irá acrecentando a medida que nos acerquemos a las elecciones de octubre. En ese sentido los grandes medios del país siguen aportando sus programas para degastar al gobierno nacional y popular e ir allanando el terreno para el rejunte recalcitrante de la oposición. Allá por 1927, cuando socialistas y radicales se enfrentaban sanguinariamente en la provincia de La Pampa, se convalidó una confederación de derecha; la cual tuvo, tiempo después, su expresión electoral en la llamada Unión Democrática. Desde hace un año en la Argentina se viene cimentando la nueva derecha que ha reunido sectores de posiciones tan dispares que es inverosímil que puedan conducir los destinos de la Nación.
Los efectos de la propaganda no se dejan esperar: la imagen positiva de tal o cual persona o grupo se modifica por intermedio de estos nodos de información (sea real o fraguada la data; en el campo virtual cumple su cometido). Hay tendencias irreversibles en este tipo de consumo y en ambos sentidos, por lo tanto no se puede detener el círculo vicioso y tóxico. Las plataformas digitales y de papel interpelan minuto a minuto a los participantes caldeando el ánimo social, sin lugar a duda tratan de influir en la percepción de la realidad de sus espectadores. Lo peligroso es que no sólo están al servicio de las diatribas de la oposición, sino que también son funcionales y expeditivos para levantar y legitimar cualquier voz que quiera despotricar contra cada acción gubernamental. Referente políticos, periodistas, militantes, acuñan un discurso que encarna la toma de posición de la derecha oligárquica y no lo hacen por ingenuidad, estos progresistas al compartir la misma mesa de negociaciones justifican y avalan la resignificación democrática de dirigentes y organizaciones que participaron en la dictadura de los carniceros humanos (Aliverti dixit).
Es posible escuchar, mirar y leer a toda hora los análisis realizados por los voceros de las empresas multinacionales, pues responden a las directivas patronales de las corporaciones del neoliberalismo. El escenario de lucha en nuestro país hasta ahora no ha sido tan cruento como lo fue en Venezuela o Bolivia, quizá porque todavía los grandes grupos no sienten amenazadas sus riquezas, pero si el proceso continúa al igual que en otros lugares de Latinoamérica, no quepa duda de que por aquí también emergerán mercenarios contratados por los dueños del capital para defender y resguardar su patrimonio.
El cuadro de situación a veces nos muestra indicios y reacomodamientos, y también se avanza a fuerza de pruebas con aciertos y errores, en consecuencia los desaires del gobierno norteamericano intentando minar la credibilidad de nuestras instituciones no son azarosos, ni siquiera con los posteriores pedidos de disculpa debemos bajar la guardia. Seamos objetivos, en octubre se juega más que la cabeza de los Kirchner, es una apuesta en que se decide el destino de la Patria, es todo o nada; si se pierde estaremos regresando al modelo de la gauchocracia (con el 75% de empleados en negro –sin obra social ni jubilación– y el kilo de lomo a 20 dólares) que, además, es insostenible en la actualidad si piensan aplicar las políticas agroexportadoras del siglo pasado ("La instalación de la idea del campo como corazón de la economía implica una regresión. Se trata de una concepción que atrasa más de un siglo en la esfera de la teoría de la ciencia económica…", Alfredo Zaiat, "Regresión", en Página/12, sábado 28 de febrero de 2009, pág. 2); pero si se triunfa se estaría habilitando la continuidad de los cambios emprendidos el 25 de mayo de 2003, es decir, de una vez por todas el reparto de la riqueza a los sectores más populares. El imperialismo yanqui lo sabe, porque si se concreta tendrá poco que hacer y ya no contará con la injerencia que tuvo en épocas pasadas en nuestra historia, y no sólo ocurrirá con este país sino como viene pasando en gran parte de Suramérica (Bolivia, Venezuela y Ecuador expulsaron funcionarios norteamericanos que se inmiscuían en sus políticas internas), el resto no debe quedarse en la duermevela porque anda acechando la IV Flota por nuestros mares.
Elogio de la locura
Lilita Carrió anduvo haciendo proselitismo por la provincia de Buenos Aires acompañada por Margarita Stolbizer. La jefa de la CCL instó "al pueblo peronista a que se aparten de estos mismos dirigentes que los llevaron a esta situación", porque "una cosa son ellos, el PJ, y otro el pueblo peronista que los sufre". No cabe la menor duda de que si nuestra eterna "Capitana", los compañeros desaparecidos y asesinados, los militantes sociales y políticos recibieran esta propuesta, aprobarían increparla con insultos tan soeces y malintencionados como los que han recibido Evita y Cristina.
El grado de impertinencia al que ha llegado la referente de la Coalición Cívica Libertadora le hace cometer estos exabruptos. Recordemos que estuvo en Santa Rosa y se escapó como una rata por el tirante cuando se le recordó su pasado condicional al Proceso de Reorganización Nacional. No se puede dirigir al pueblo peronista quien ignoró la matanza de Margarita Belén, marchó junto a la más rancia oligarquía por la Avenida Libertador, y estuvo en el acto de lo que fue la representación contemporánea de la Unión Democrática.
Estas definiciones de una mitómana como Carrió marcan muy bien el terreno donde pisamos, por lo menos podemos saber de qué lado no hay que estar y, además, nos permite reponer momentos importantes de la historia, y eso nos hace cada vez más peronistas. No sólo volveríamos a meter las patas en la fuente, sino que nos encontrarían luchando junto a los compañeros anarquistas y socialistas de la década del 20, también estaríamos junto al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Somos peronistas porque estamos convencidos de nuestra filosofía de vida y porque en este proyecto nacional y popular se hará realidad la justicia social y la independencia económica.
Sra. Carrió, por respeto a nuestros mártires y desaparecidos, nos no convoque, ya sabemos a quien responde usted, con quienes se junta. Ahora, con este llamado al pueblo peronista, lo único que falta es que se autotitule en la nueva abanderada de los humildes, no cabe duda del grado demencial que orienta su "no pensamiento", su "no lugar" en nuestra construcción política. Sepa que muchos compañeros y compañeras jamás entregarán las banderas del peronismo por más que los traicionen los dirigentes. Muchos menos la vamos a seguir a usted, lacaya de la dictadura y el neoliberalismo. Nos autoriza a rechazar su llamado y manifestarle desprecio nuestra historia de persecuciones, proscripciones, bombardeos, asesinatos y desapariciones. Comprenda que a Evita, a Valle, a Vallese, a la resistencia peronista, a Vicky y Rodolfo Walsh, a los 30.000 desaparecidos no los ensuciamos, aprenda algo de lo que significa la lealtad, sepa junto a sus secuaces que la sangre derramada jamás será negociada.
Ante tales circunstancias, dirigentes serios, comprometidos y con trayectoria deben vacilar cada vez que la acompañan en las conferencias en que denuncia sus hipótesis delirantes.
Sra, nosotros, los peronistas, los cabecitas negras, el aluvión zoológico, estamos del otro lado del que opera y negocia usted; más allá de que algunos de nuestros dirigentes se hayan sentado a la mesa de los asesinos, nosotros no bastardeamos nuestra ideología. Los que se juntan con usted tienen que decidirse si comparten un armado político con los que festejaron la dictadura y avalaban la acción temeraria y cobarde de los torturadores; si la siguen a usted, tenemos que aceptar que son fuerzas funcionales a la derecha y eso los define como GORILAS.
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