
miércoles, 22 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
Piden que la Justicia prohíba las fumigaciones sojeras

La polémica por la utilización de químicos altamente tóxicos en las fumigaciones de campos de soja llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
La Asociación de Abogados Ambientalistas presentó un recurso de amparo ante ese Tribunal solicitándole que "se ordene la suspensión de la comercialización, venta y aplicación de glifosato y endosulfan -agrotóxicos básicos de la industria sojera- en todo el territorio nacional", según publica el diario Página 12.
Los letrados también solicitaron que el Gobierno determine, en un plazo de180 días, el efecto sanitario de los químicos agrarios, carga responsabilidades sobre los estados provinciales de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y también apunta a Monsanto, la compañía líder del sector, la mayor productora y comercializadora de glifosato. La presentación judicial cita media docena de estudios científicos que describen los males de los agrotóxicos y destaca la necesidad de priorizar la protección del ambiente y la salud de los pueblos por sobre una actividad económica.
martes, 14 de abril de 2009
Tres diputadas presentaron un proyecto para repudiar la nota de Clarín

miércoles, 8 de abril de 2009
Víctor Jara: "Manifiesto"
http://www.fundacionvictorjara.cl
Cámara aprueba nacionalidad chilena para Joan Jara Turner
Por 80 votos a favor y la abstención del diputado Iván Norambuena (UDI), la Cámara aprobó la moción que concede la nacionalidad por gracia a la viuda del cantautor Víctor Jara, quien, además de preservar el legado del artista, es una de las fundadoras de la Escuela de Danza Espiral. La iniciativa legal (boletín 6077) se originó en moción de los diputados Ximena Vidal, Enrique Accorsi, Sergio Aguiló, Gabriel Ascencio, Álvaro Escobar, Tucapel Jiménez, Sergio Ojeda, Felipe Salaberry, Germán Verdugo, y Gastón Von Mülehnbrock.
Trayectoria
Joan Alison Turner Roberts, bailarina de nacionalidad británica, recorrió gran parte de Europa con los Ballets Jooss, actuando en Alemania Occidental, Bélgica, Holanda, Suiza, Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Viajó a Chile en 1954 e ingresó por concurso al Ballet Nacional Chileno, donde interpretó roles importantes como el de La Madre de "Calaucán" madre y sol / madre y calaucan, La Guerrillera de la "Mesa Verde", La Mujer de "Surazo", La Mujer de Rojo en "Carmina Burana", "Medea" en la versión de Birgit Cullberg, en "Concertino" de Pauline Konner, bailando con la compañía en giras internacionales, incluyendo sus temporadas en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Creó además el Ballet Popular con un pequeño grupo de bailarines profesionales del Ballet Nacional para hacer difusión de la danza en barrios populares; y coreografías para ese grupo tanto como para el Taller Coreográfico de la Casa de la Cultura de Las Condes.
Durante varios años ejerció como Profesora de Movimiento en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Con la Reforma Universitaria, regresó a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile donde concibió y dirigió la Carrera para Profesores de Danza Infantil.
Asimismo, se hizo cargo del entrenamiento de Técnica Moderna del Ballet Nacional Chileno e impartió Técnica Moderna, Eukinética y Coréutica en la Escuela de Danza de la Universidad de Chile.
En estas actividades conoció a Víctor Jara, cantautor y director teatral, asesinado en los primeros días del Régimen Militar. Desde su exilio en Londres, adonde llegó en 1973 tras veinte años de ausencia con sus dos pequeñas hijas chilenas, y luego de su regreso en 1985 a Chile, país con el que seguía sintiendo tan profundos lazos como para sentir que aquí estaba su casa, Joan Turner Jara emprendió una lucha admirable, no sólo por establecer la verdad de la muerte atroz de Víctor Jara, sino por el rescate de su vida y obra.
Un canto truncado
En 1983 publicó su obra testimonio "Víctor Jara, un canto truncado”, en que, junto con relatar su historia personal con el malogrado cantor, constituye asimismo una referencia de primera fuente a la creación artística de su compañero y la valiosa crónica de la condiciones políticas y sociales de Chile en la época. Sobre este importante libro, editado en todo el mundo, ya se han elaborado guiones para cine y televisión y recientemente, por primera vez ha sido publicado por un sello editorial nacional, con la finalidad de difundir éste canto de amor y esperanza de Víctor y Joan a todos los chilenos.
“El nombre de Joan Turner quedó ligado así a Chile y a la causa de la libertad y la democracia en todo el mundo y muy especialmente al mundo intelectual y cultural”, afirman los autores de esta moción. Sucesivas giras la llevaron por todo Europa, Japón, Australia, los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá y América Latina. Miles de personas en el mundo escucharon sus palabras siempre medidas, siempre sobrias y siempre sinceras, de aquellas palabras el nombre de Chile apareció siempre con respeto, con cariño aunque muchas veces con comprensible dolor.
“Joan Turner, la viuda de Víctor Jara, no sólo fue en aquellos años una embajadora de la causa democrática, sino una extraordinaria promotora de la cultura chilena. Gracias a su inteligencia, a su tesón y sensibilidad Joan ganó para el arte chileno a importantes amigos, muchos de los cuales figuran entre los sostenedores de la Fundación Víctor Jara: Harold Pinter, Paco Peña, Harry Belafonte, Joan Baez, Peter Gabriel, Pete Seeger, Ema Thompson, Bono, Joan Manuel Serrat, Julie Christie, Vanesa Redgrave, David Zucker y muchos otros”, menciona la moción.
Aporte a la Danza
En 1985 fundó con Patric io Bunster el Centro de Danza Espiral, dedicándose desde entonces a la formación de jóvenes bailarines y profesores de danza. En este mismo período, entre 1984 y 1986 viaja quincenalmente a la ciudad de Concepción a dar clases, a trabajar en la formación de monitores de danza y a montar coreografías con el Grupo de Danza Calaucán y el Grupo de Danza de la Universidad de Concepción que se forman bajo su alero. Durante este mismo período trabaja en el Centro de Danza Espiral, en la formación de monitores de danza de poblaciones populares de Santiago.
En 1999 recibió el Premio de Danza de la Municipalidad de Santiago y en el 2000 un reconocimiento de la Universidad de Chile por su trayectoria y aporte a la danza. En 2004 fue distinguida por sus pares en el Teatro Municipal de Santiago en el marco del Día Internacional de la Danza.
Como fundadora y Presidenta de la Fundación Víctor Jara, trabaja en la actualidad activamente en la difusión de la vida y obra de su marido.
lunes, 6 de abril de 2009
El mundo según Monsanto

“Quien controla las semillas, controla la comida y la vida”

–Monsanto es una empresa delincuente. Lo digo porque hay pruebas concretas de ello. Fue muchas veces condenada por sus actividades industriales, por ejemplo el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta. Durante 50 años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con otros dos herbicidas producidos por Monsanto, que formaron el cóctel llamado "agente naranja" utilizado en la guerra de Vietnam, y también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es más, manipuló estudios para esconder la relación entre las dioxinas y el cáncer. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, pero no es así, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca aceptó su pasado ni aceptó responsabilidades. Siempre trató de negar todo. Es una línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.
–¿Cuáles son las prácticas comunes de Monsanto en el orden global?
–Tiene prácticas comunes en todos los países donde actúa. Monsanto esconde datos sobre sus productos, pero no sólo eso, también miente y falsea estudios sobre sus productos. Otra particularidad que se repite en Monsanto es que cada vez que científicos independientes tratan de hacer su trabajo a fondo con los transgénicos, tienen presiones o pierden sus trabajos. Eso también sucede en los organismos de Estados Unidos como son la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) o EPA (Agencia de Protección Ambiental). Monsanto también es sinónimo de corrupción. Dos ejemplos claros y probados son el intento de soborno en Canadá, que originó una sesión especial del Senado canadiense, cuando se trataba la aprobación de la hormona de crecimiento lechera. Y el otro caso es en Indonesia, donde Monsanto fue condenada porque corrompió a cien altos funcionarios para poner en el mercado su algodón transgénico. No dudamos que hay más casos de corrupción donde Monsanto es quien corrompe.
–Usted también afirma que la modalidad de "puertas giratorias" es una práctica habitual.
–Sin duda. En la historia de Monsanto siempre está presente lo que en Estados Unidos se llama "la puerta giratoria". Un ejemplo claro: el texto de reglamentación que regula los transgénicos en Estados Unidos fue publicado en 1992 por la FDA, la agencia norteamericana encargada de la seguridad de alimentos y medicamentos. La cual se supone es muy seria, al menos siempre yo pensaba eso, hasta antes de este trabajo. Cuando decían que un producto había sido aprobado por la FDA pensaba que era seguro. Ahora sé que no es así. En el '92, el texto de la FDA fue redactado por Michael Taylor, abogado de Monsanto que ingresó a la FDA para hacer ese texto y luego fue vicepresidente de Monsanto. Un ejemplo muy claro de "puerta giratoria". Hay mucho ejemplos, en todo el mundo.
–Monsanto fabricó el agente naranja, PCB y glifosato. Y tiene condenas por publicidad engañosa. ¿Por qué tiene tan buena prensa?
–Por falta de trabajo serio de los periodistas y la complicidad de los políticos. En todo el mundo es igual.
–¿Por qué Monsanto no habla?
–¿Has probado llamarlos?
–Sí, pero no aceptaron preguntas.
–También es lo mismo en todo el mundo. Ante cualquier periodista crítico, Monsanto tiene una sola política: "No comments" (sin comentarios).
–¿Qué significa Monsanto en el mercado mundial de alimentos?
–La meta de Monsanto es controlar la cadena alimentaria. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la "revolución verde" ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental. Ahora estamos en la segunda etapa de esa "revolución", donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo. Te vende el paquete tecnológico completo, semillas patentadas y el herbicida obligatorio para esa semilla. Monsanto te hace firmar un contrato por el cual te prohíbe conservar semillas y te obliga a comprar Roundup, no se puede utilizar un glifosato genérico. En este modelo Monsanto gana en todo, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. De paso, recordemos, que la soja transgénica que se cultiva aquí no es para alimentar a los argentinos, es para alimentar a los puercos europeos. Y qué pasará en Argentina cuando las carnes de Europa deban etiquetarse con que fueron alimentadas con soja transgénica. Se dejará de comprar carnes de ese tipo y Argentina también recibirá el golpe, porque le bajará la demanda de soja.
–Estuvo en Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Qué particularidades encontró en la región?
–Hay que recordar que Monsanto entró aquí gracias al gobierno de Carlos Menem, que permitió que la soja transgénica entrara sin ningún estudio. Fue el primer país de América latina. Luego desde Argentina se organizó un contrabando de semillas transgénicas, de grandes productores, hacia Paraguay y Brasil, que se vieron obligados a legalizarlo porque eran cultivos que luego se exportaban. Y luego llegó Monsanto a reclamar sus regalías. Fue increíble cómo se expandió la soja transgénica en la región, y en tan pocos años. Es un caso único en el mundo.
–En la década del '90 Argentina era denominada como alumno modelo del FMI. Hoy, con 17 millones de hectáreas con soja transgénica y la utilización de 168 millones de litros sólo de glifosato, ¿se puede decir que Argentina es un alumno modelo de los agronegocios?
–Sí, claro. Argentina adoptó el modelo Monsanto en tiempo record, es un caso paradigmático. Pero también hubo algunos problemitas con el alumno modelo. Como las semillas transgénicas son patentadas, Monsanto tiene el derecho de propiedad intelectual. Eso significa, como lo vi en Canadá y Estados Unidos, que les hacen firmar a los productores un contrato en los que se comprometen a no conservar parte de sus cosechas para resembrar el año próximo, lo que suelen hacer los agricultores de todo el mundo. Monsanto lo denuncia como una violación de su patente. Entonces Monsanto envía la "policía de genes", que es algo increíble, detectives privados que entran a los campos, toman muestras, verifican si es transgénico y si el agricultor ha comprado sus semillas. Si no las han comprado, realizan juicios y Monsanto gana. Es parte de una estrategia global: Monsanto controla la mayoría de las empresas semilleras y patenta las semillas, exigiendo que cada campesino compre sus semillas. Lo que pasó aquí es que la ley argentina no prohíbe guardar las semillas de una cosecha y utilizarlas en la próxima siembra. En un primer momento Monsanto dijo que no iba a pedir regalías, y dio semillas baratas y Roundup barato. Pero en 2005 comenzó a pedir regalías, rompió el acuerdo inicial y por eso mantiene un enfrentamiento judicial con su alumno preferido.
–El Roundup tiene un papel protagónico en este modelo. Muchas comunidades campesinas e indígenas denuncian sus efectos, pero hay pocas prohibiciones.
–Es un impacto increíblemente silenciado. Nadie puede negar lo que traen aparejadas las fumigaciones con este herbicida, totalmente nocivo. Tengo la seguridad de que va a ser prohibido en algún momento, como fue el PCB, estoy segura de que llegará ese momento. De hecho en Dinamarca ya fue prohibido por su alta toxicidad. Es urgente analizar el peligro de los agroquímicos y los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
–Sin embargo, las grandes empresas del sector prometen desde hace décadas que con transgénicos y agrotóxicos se logrará aumentar la producción, y así se acabará con el hambre del mundo.
–Argentina es el mejor ejemplo de esa mentira. ¿Qué tal le ha ido con la sojización del país? Se ha perdido en la producción de otros alimentos básicos y aún hay hambre. Este modelo es el modelo del monocultivo, que acaba con otros cultivos vitales. Es una transformación muy profunda de la agricultura, que lleva directo a la pérdida de la soberanía alimentaria, y lamentablemente ya no depende de un gobierno para poder revertirlo.
–¿Por qué al proceso agrario actual usted lo llama "la dictadura de la soja"?
–Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. Es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina "las repúblicas unidas de la soja". Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto. La multinacional decide qué se sembrará, sin importar los gobiernos, lo decide una empresa. Y, para peor, la segunda ola de transgénicos va a ser muy fuerte, con un modelo de agrocombustibles que acarrea más monocultivo. Y, a esta altura, ya está claro que el monocultivo es pérdida de biodiversidad y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Ya no hay dudas de que el monocultivo, ya sea de soja o para biodiésel, es el camino hacia el hambre.
–¿Cuál es el papel de la ciencia en el modelo de agronegocios, donde Monsanto es sólo su cara más famosa?
–Antes pensaba que cuando un estudio era publicado en una prestigiosa revista científica, se trataba de un trabajo serio. Pero no. Las condiciones en que se publican algunos estudios son tristes, con empresas como Monsanto presionando a los directores de las revistas. En el tema transgénico queda muy claro que es casi imposible realizar estudios del tema. En muchas parte del mundo, Estados Unidos o Argentina, los laboratorios de investigación son pagados por grandes empresas. Y cuando el tema es semillas, transgénicos o agroquímicos, Monsanto siempre está presente y siempre condiciona las investigaciones.
–¿Los científicos tienen temor o son cómplices?
–Ambas cosas. El temor y la complicidad están presentes en los laboratorios del mundo. En el libro dejo claro que hay científicos, en todos los países, cuya única función es legitimar el trabajo de la empresa.
–¿Cuál es el papel de los gobiernos para que empresas como Monsanto avancen?
–Los gobiernos son los mejores propagandistas de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Realizan un trabajo de lobby increíble. Monsanto les lleva sus estudios, su información, sus revistas y fotos, todo muy lindo. Les dicen a los políticos que no habrá contaminación y salvarán al mundo. Y los políticos hacen lo suyo. Y también hay presiones. Diputados franceses han denunciado públicamente las presiones de Monsanto, hasta reconocieron que la compañía contactó a cada uno de los 500 diputados para que legislen según los intereses de la empresa.
–¿Y el papel de los medios de comunicación?
–Me da mucha pena porque soy periodista y creo en lo que hacemos, creo que es una profesión con un papel muy importante en la democracia, pero hay una gran manipulación de los medios. En todo lo referido a los transgénicos, la prensa no trabaja seriamente. Los medios miran la propaganda de Monsanto y la publican sin cuestionamientos, como si fueran empleados de la empresa. También es público que Monsanto invita a comer a los periodistas, les realiza regalos, los lleva de viaje a Saint Louis (donde está su sede central); los periodistas van muy contentos, pasean por los laboratorios, no preguntan nada y ya. Así funcionan los medios con Monsanto. También registré casos en los que Monsanto busca, en cada medio de comunicación, un defensor. Establece contacto con él y logra opiniones favorables. No sé si hay corrupción, pero sé que Monsanto logra su objetivo. En Argentina es claro cómo actúa, al ver algunos artículos de suplementos rurales se ve que en lugar de artículos periodísticos son publicidades de Monsanto. No pareciera que un periodista lo escribió, fue directamente la compañía.
–¿Qué evaluación hace del enfrentamiento entre el Gobierno y las entidades patronales del agro?
–En 2005 entrevisté a Eduardo Buzzi, estaba furioso por el asunto de las regalías reclamadas por Monsanto. Hablaba de las trampas de Monsanto. Y además hablaba de los problemas que traía la soja, hasta me puso en contacto con pequeños productores que me hablaron de las mentiras de Monsanto, de la resistencia que mostraban las malezas, que había que utilizar más herbicidas y que los campos quedaban como tierra muerta. Buzzi sabía todo eso y me decía que cuestionaba ese modelo, afirmaba que la soja traía la destrucción de la agricultura familiar y me decía que Federación Agraria representaba ese sector, que enfrentaba a los pools de siembra y a las grandes empresas. Y Buzzi denunciaba mucho este modelo, muy buen discurso. Pero ahora no sé qué pasó. Nunca lo volví a ver y me gustaría preguntarle qué le pasó que ahora se une con las entidades más grandes, me extraña mucho el cambio que muestra. Y encima Buzzi está con Aapresid (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa –integrada por todas las grandes empresas del sector, incluidas las semilleras y agroquímicas–), que es la que más gana con todo este modelo, y que apareció poco en este conflicto. Aapresid manipula todo y está con los grandes sojeros, que no son agricultores y que hasta promueven un modelo sin agricultores. Entonces no entiendo cómo Federación Agraria dice representar productores chicos y está con Aapresid. Lo de Federación Agraria es muy extraño, no se entiende.
–¿Y el papel del Gobierno?
–Las retenciones pueden ser que frenen algo del proceso de sojización. Pero no es una solución frente a un modelo tan agresivo. La solución tiene que ser algo mucho más radical y no a corto plazo. Claro que la tentación de los gobiernos es grande, la soja trae buenos ingresos, pero hay que pensar a largo plazo. No hay soluciones simples y cortoplacistas para un modelo que echa a campesinos de sus tierras y, fumigaciones mediante, contamina el agua, la tierra y la gente.
Fuente: www.pagina12.com.ar, Lunes 30 de marzo de 2009