por Javier Avalis
Cada canción tiene su historia, su pasión… y en mi caso son paridas con muchísima tensión, gozo y también miedo… En ellas música y letra deben ser indivisibles, y es por eso que no me gusta mostrar la poesía sola… pues me parece huérfana.
Estas canciones, que no son otra cosa que mi humilde homenaje a los miles de compañeros desaparecidos y también a los aparecidos que día a día siguen el camino por una patria justa, libre y soberana.
Les cuento que entre mis temas tienen preponderancia justamente los que cuentan de estas luchas por el ejercicio de la memoria.
Hoy quiero contarles dos historias que se parieron con dolor, bronca, pero trocaron en camino de utopía.
ANAHÍ:
Me han dicho que corría el mes de noviembre de 1976 en la ciudad de La Plata, cuando a una casa de la calle 30 habitada por el matrimonio Teruggi-Mariani llegó imprevistamente un verdadero ejército de autos, tanquetas y pertrechos militares y policíacos bajo las órdenes de Camps y Etchecolatz con el objeto de aniquilar a un “grupo subversivo”. Luego de una impresionante balacera de casi cuatro horas; entraron a la casa donde yacían los cuerpos sin vida de cuatro jóvenes compañeros de militancia de la dueña, Diana Teruggi, quién también fue asesinada en el patio de la casa.
Cuentan que ese día, el nefasto general Camps logró llevarse de aquel patio como “trofeo de Guerra” a la pequeña Clara Anahí, de tres meses de edad , quién desde ese día fue buscada afanosamente por su padre (que también fue asesinado meses después) y por su abuela “Chicha de Mariani”, fundadora luego de Abuelas.
La lucha de Chicha por encontrar a su nieta y devolverle su identidad lleva más de treinta y tres años y es un ejemplo de tesón, fuerza, amor….verdad.
Hoy la casa, que mantiene en su fachada las huellas de aquella terrible violencia, es un museo de la Resistencia y en ella funciona la Asociación Anahí, que mantiene viva esta lucha. En ella, el limonero del patio bajo el cual se hallo a Diana es otro, pero persiste en su apuesta por la vida y perfuma de azahares a todo el lugar. Al decir de la periodista Verona Demaestri (Revista La Pulseada), y al creer de todos los que vivimos porque perseguimos utopías, ese limonero está siempre habitado por bellas y libres mariposas…y ya bien sabían nuestros pueblos originarios que el alma de todos los que pierden la vida en luchas libertarias vuelve al lugar en el cuerpo de estas “ bailarinas silenciosas”…Es por eso que sueño que un día
ANAHÍ
Anahí no sabe quién es Anahí
anda por allí
buscando la historia que vibra en su piel
y quiere saber ¿qué sueño es aquel
que en sus ojos posa,
liviana y donosa como una mujer,
una mariposa?
La abuela no sabe cuál es Anahí
la presiente allí
en alguna de esas muchachas en flor
buscó con amor, golpeó con dolor
hoy la sueña hermosa
y abriendo el camino hacia su corazón,
ve una mariposa.
Mamá Diana sabe todo de Anahí
siempre estuvo allí
desde el desgarrante poder del dolor
se envolvió de sol, y fiel a su pasión
volvió generosa
fundida en el sueño común de las dos,
es la mariposa
Ay, Anahí, deja que yo intente este final por ti
que esas alas dulces y esta canción
te lleven un día hasta el limonero.
Ay, Anahí, dónde hay una abuela que esperándote
ofrecerá en nido sus brazos de amor,
esos que al buscarte convirtió en acero.
Ahí, Anahí, serás Anahí
sabrás Anahí, que estuviste allí,
su sangre está en ti...
y ese claro día este humilde cantor
callará su voz para oír reír, aladas y hermosas
a la abuela, su nieta y en vuelo sutil...
a una mariposa.
También quiero contarles algo que me sirvió para unir algo de mi historia, ya que ella se reparte constantemente entre la querida La Plata, y este Caleufú, presente pampeano. Don Ricardo Mariani, abuelo de Anahí, ya fallecido, es santarroseño, un admirado Director de Orquesta, que prestigió las artes de esta provincia.
CLAUDIA FALCONE Y PABLO DÍAZ
Seguramente todos Uds. conocen los hechos de la Noche de Los Lápices, terrible historia de desaparición, tortura y muerte de un grupo de adolescentes estudiantes secundarios comprometidos con las luchas del campo popular.
A mí particularmente me tocó llegar a la Facultad de Bellas Artes de La Plata recién amanecida la democracia, y allí conocer de las propias bocas de amigos, hermanos, profesores y sobrevivientes los relatos que forjaron, de alguna manera una importante parte de mi vida posterior.
Pude escuchar a Chiqui, hermano de Claudia, a Pablo, sobreviviente de esa pesadilla, pude ver y hasta participar de la filmación de la película de Olivera, y mi cabeza se abrió.
Pero a pesar de tanto vivir y contar aquello (soy docente y año a año forma esto parte de mi currícula), hace sólo tres años escuché a Pablo contar su última imagen de su amada Claudia… y allí pude reconstruir con enorme certeza la grandeza que habita los cuerpos y las mentes de nuestras compañeras…
Imagínense, y por favor no por morbo, sino para situarnos en aquella atrocidad, lo que significa para una adolescente meses de cautiverio, vejaciones, torturas en la más mísera de las condiciones, sin higiene, tabicadas, etc.
En esa situación, se le comunica a Pablo, en el pequeño calabozo continuo, que va a salir de aquel campo para ser puesto a disposición del PEN (o sea blanqueado). Ante los gritos de júbilo de los cumpas, Pablo pide, antes de que se lo lleven, ver a Claudia… y allí aflora lo que es para mí el más prístino testimonio de femineidad de una mujer, y que es lo que hoy me lleva a saber con certeza que lo imposible es un sueño un poco lento pero que viene a paso firme: Claudia, con su pudor-dolor-amor de niñamujermujermujermujerMUJER, le dijo las primeras cuatro palabras de la canción siguiente…
Lo demás, son los humildes versos con que este autor quiere homenajearla.
Pablo no me mires…
llévate mis ojos
llénalos del verde
que soñamos todos
siémbrales iguales
que marchen a coro
Pablo no me mires…
llévate mis manos
ponlas al trabajo
de amasar el barro
que construya un cielo
con los de aquí abajo
Pablo no me mires…
llévate mis sueños
dáles aire libre
dáles compañeros
que sobre estas ruinas
sean Hombres Nuevos
Pablo no me mires…
llévate mi boca
susúrrale un verso
píntale palomas
y deja que grite
esta verdad rota
Acaso el soberbio, prepotente y ruin
no sepa que nunca jamás nos tendrá
porque nuestros sueños tienen la raíz
de un Pueblo que avanza hacia su verdad
Si abren los cerrojos corre hacia la luz
busca otros iguales que sigan por mí
yo sabré que vuelves cada vez que el sol...
pero no me mires... y ándate de aquí.
Cada canción tiene su historia, su pasión… y en mi caso son paridas con muchísima tensión, gozo y también miedo… En ellas música y letra deben ser indivisibles, y es por eso que no me gusta mostrar la poesía sola… pues me parece huérfana.
Estas canciones, que no son otra cosa que mi humilde homenaje a los miles de compañeros desaparecidos y también a los aparecidos que día a día siguen el camino por una patria justa, libre y soberana.
Les cuento que entre mis temas tienen preponderancia justamente los que cuentan de estas luchas por el ejercicio de la memoria.
Hoy quiero contarles dos historias que se parieron con dolor, bronca, pero trocaron en camino de utopía.
ANAHÍ:
Me han dicho que corría el mes de noviembre de 1976 en la ciudad de La Plata, cuando a una casa de la calle 30 habitada por el matrimonio Teruggi-Mariani llegó imprevistamente un verdadero ejército de autos, tanquetas y pertrechos militares y policíacos bajo las órdenes de Camps y Etchecolatz con el objeto de aniquilar a un “grupo subversivo”. Luego de una impresionante balacera de casi cuatro horas; entraron a la casa donde yacían los cuerpos sin vida de cuatro jóvenes compañeros de militancia de la dueña, Diana Teruggi, quién también fue asesinada en el patio de la casa.
Cuentan que ese día, el nefasto general Camps logró llevarse de aquel patio como “trofeo de Guerra” a la pequeña Clara Anahí, de tres meses de edad , quién desde ese día fue buscada afanosamente por su padre (que también fue asesinado meses después) y por su abuela “Chicha de Mariani”, fundadora luego de Abuelas.
La lucha de Chicha por encontrar a su nieta y devolverle su identidad lleva más de treinta y tres años y es un ejemplo de tesón, fuerza, amor….verdad.
Hoy la casa, que mantiene en su fachada las huellas de aquella terrible violencia, es un museo de la Resistencia y en ella funciona la Asociación Anahí, que mantiene viva esta lucha. En ella, el limonero del patio bajo el cual se hallo a Diana es otro, pero persiste en su apuesta por la vida y perfuma de azahares a todo el lugar. Al decir de la periodista Verona Demaestri (Revista La Pulseada), y al creer de todos los que vivimos porque perseguimos utopías, ese limonero está siempre habitado por bellas y libres mariposas…y ya bien sabían nuestros pueblos originarios que el alma de todos los que pierden la vida en luchas libertarias vuelve al lugar en el cuerpo de estas “ bailarinas silenciosas”…Es por eso que sueño que un día
ANAHÍ
Anahí no sabe quién es Anahí
anda por allí
buscando la historia que vibra en su piel
y quiere saber ¿qué sueño es aquel
que en sus ojos posa,
liviana y donosa como una mujer,
una mariposa?
La abuela no sabe cuál es Anahí
la presiente allí
en alguna de esas muchachas en flor
buscó con amor, golpeó con dolor
hoy la sueña hermosa
y abriendo el camino hacia su corazón,
ve una mariposa.
Mamá Diana sabe todo de Anahí
siempre estuvo allí
desde el desgarrante poder del dolor
se envolvió de sol, y fiel a su pasión
volvió generosa
fundida en el sueño común de las dos,
es la mariposa
Ay, Anahí, deja que yo intente este final por ti
que esas alas dulces y esta canción
te lleven un día hasta el limonero.
Ay, Anahí, dónde hay una abuela que esperándote
ofrecerá en nido sus brazos de amor,
esos que al buscarte convirtió en acero.
Ahí, Anahí, serás Anahí
sabrás Anahí, que estuviste allí,
su sangre está en ti...
y ese claro día este humilde cantor
callará su voz para oír reír, aladas y hermosas
a la abuela, su nieta y en vuelo sutil...
a una mariposa.
También quiero contarles algo que me sirvió para unir algo de mi historia, ya que ella se reparte constantemente entre la querida La Plata, y este Caleufú, presente pampeano. Don Ricardo Mariani, abuelo de Anahí, ya fallecido, es santarroseño, un admirado Director de Orquesta, que prestigió las artes de esta provincia.
CLAUDIA FALCONE Y PABLO DÍAZ
Seguramente todos Uds. conocen los hechos de la Noche de Los Lápices, terrible historia de desaparición, tortura y muerte de un grupo de adolescentes estudiantes secundarios comprometidos con las luchas del campo popular.
A mí particularmente me tocó llegar a la Facultad de Bellas Artes de La Plata recién amanecida la democracia, y allí conocer de las propias bocas de amigos, hermanos, profesores y sobrevivientes los relatos que forjaron, de alguna manera una importante parte de mi vida posterior.
Pude escuchar a Chiqui, hermano de Claudia, a Pablo, sobreviviente de esa pesadilla, pude ver y hasta participar de la filmación de la película de Olivera, y mi cabeza se abrió.
Pero a pesar de tanto vivir y contar aquello (soy docente y año a año forma esto parte de mi currícula), hace sólo tres años escuché a Pablo contar su última imagen de su amada Claudia… y allí pude reconstruir con enorme certeza la grandeza que habita los cuerpos y las mentes de nuestras compañeras…
Imagínense, y por favor no por morbo, sino para situarnos en aquella atrocidad, lo que significa para una adolescente meses de cautiverio, vejaciones, torturas en la más mísera de las condiciones, sin higiene, tabicadas, etc.
En esa situación, se le comunica a Pablo, en el pequeño calabozo continuo, que va a salir de aquel campo para ser puesto a disposición del PEN (o sea blanqueado). Ante los gritos de júbilo de los cumpas, Pablo pide, antes de que se lo lleven, ver a Claudia… y allí aflora lo que es para mí el más prístino testimonio de femineidad de una mujer, y que es lo que hoy me lleva a saber con certeza que lo imposible es un sueño un poco lento pero que viene a paso firme: Claudia, con su pudor-dolor-amor de niñamujermujermujermujerMUJER, le dijo las primeras cuatro palabras de la canción siguiente…
Lo demás, son los humildes versos con que este autor quiere homenajearla.
Pablo no me mires…
llévate mis ojos
llénalos del verde
que soñamos todos
siémbrales iguales
que marchen a coro
Pablo no me mires…
llévate mis manos
ponlas al trabajo
de amasar el barro
que construya un cielo
con los de aquí abajo
Pablo no me mires…
llévate mis sueños
dáles aire libre
dáles compañeros
que sobre estas ruinas
sean Hombres Nuevos
Pablo no me mires…
llévate mi boca
susúrrale un verso
píntale palomas
y deja que grite
esta verdad rota
Acaso el soberbio, prepotente y ruin
no sepa que nunca jamás nos tendrá
porque nuestros sueños tienen la raíz
de un Pueblo que avanza hacia su verdad
Si abren los cerrojos corre hacia la luz
busca otros iguales que sigan por mí
yo sabré que vuelves cada vez que el sol...
pero no me mires... y ándate de aquí.
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