Durante el verano de 2008, en la ciudad de Santa Rosa, frente a decisiones puntuales que tomaba y aplicaba un intendente autoritario, con su impronta fascista, hizo despabilar a la ciudadanía; por lo menos a una parte, porque existe otra que responde al "fascismo societario" y lo ha seguido votando cada vez que se presentó a un acto electoral.
Los sectores vinculados a la cultura, a los derechos humanos, a las políticas de género, se movilizaron para oponerse a un proyecto cuasi represivo, y defendió sitios emblemáticos como el Centro Municipal de Cultura.
En la Ciudad Autónoma, en el transcurso de dos años de gestión PRO se ha vislumbrado, por lo menos los hechos lo refractan, un armado similar. El cual quedó en evidencia, a través del escándalo, del trabajo de inteligencia y las escuchas ilegales que se hacían a diferentes actores políticos y sociales. Pero la reacción de los ciudadanos no ha sido la misma; por lo menos hasta la marcha convocada por organizaciones sociales (Luis D'Elia, Milagro Sala, y otros) para repudiar el accionar totalitario del PRO.
Sin embargo, como Maurizio pertenece al statu quo que ha dominado a este país a lo largo de doscientos años, tanto su clase como los agentes corporativos de información han retaceado críticas lapidarias en sus medios, en consecuencia cerraron filas para cuidarle las espaldas y de esa manera han logrado que no desbarranque ante las denuncias e investigaciones.
Los paralelismos que se dan y acontecen entre nuestra ciudad del interior y la ciudad luz están muy claros, es que la derecha (con su restauración conservadora) ataca a la cultura ajena a la elite, está en su "adn" descalificar a lo popular y nacional, porque responden a una concepción eurocéntrica en algunos casos, imperialista en otras. Es que la vertiente del "ser nacional" o del "ser latinoamericano" es improcedente para las oligarquías, no están consustanciadas con la constitución de la Patria Grande; por eso jamás vacilan ante la posibilidad de no ejercer el poder en asesinar a sus oponentes. La lista de los perseguidos o los ejecutados es extensa pero valen algunos ejemplos: Castelli, Dorrego, Artigas, San Martín, Radowitzky, Valle, Vallese, Santucho, Ortega Peña, Urondo, Walsh, y los 30.000 desaparecidos.
Cada vez que su hegemonía estuvo en riesgo atentaron contra la democracia y se alinearon con los poderes castrenses y religiosos, avalando las dictaduras militares. Y un punto neurálgico es la misma "cultura", porque en su matriz se incuban y desarrollan las ideas, se precipitan, fortalecen y propagan las ideologías; por lo tanto, una de las herramientas para debilitarla es el factor económico, pues, desfinanciándola, culmina colapsando. En definitiva, a la opresión monetaria se le suma la vigilancia de los activistas más conspicuos, siempre y bajo cualquier sospecha se repone el viejo pero útil panóptico de Bentham.
En nuestra capital pampeana hubo una Policía Municipal para controlar e increpar; en Capital Federal el tour de force fue la UCEP (que sigue operando desde las sombras más allá de su desmantelamiento); pero la verdadera fuerza de choque es la Policía Metropolitana… Y toda esa estrategia necesita de una cobertura intelectual, necesita de intelectuales orgánicos; así que el Gobierno de la Ciudad convocó a un personaje nefasto para que conduzca la educación y la cultura porteña, al escritor Abel Posee, que cumplió funciones durante la dictadura, también se sumó como representante en Perú con el menemismo y, además, sus opiniones y escritos en La Nación apuntalan que responde a dicha intelligentsia.
Entonces hay que identificar los emergentes y las afinidades en el constructo social, para poder superar el caos informativo al que apelan los multimedios para confundir y coaccionar al "público" en la arena pública. Porque esa trama de relaciones tan oscuras como oportunistas define los espacios de decisión política y, lamentablemente, en la Argentina se han reunido bajo la denominación general de "oposición" los adalides de los "carniceros humanos" y la testimonial izquierda que, por el afán y la codicia de presidir algunas comisiones, atenta contra el proyecto de liberación.
Los sectores vinculados a la cultura, a los derechos humanos, a las políticas de género, se movilizaron para oponerse a un proyecto cuasi represivo, y defendió sitios emblemáticos como el Centro Municipal de Cultura.
En la Ciudad Autónoma, en el transcurso de dos años de gestión PRO se ha vislumbrado, por lo menos los hechos lo refractan, un armado similar. El cual quedó en evidencia, a través del escándalo, del trabajo de inteligencia y las escuchas ilegales que se hacían a diferentes actores políticos y sociales. Pero la reacción de los ciudadanos no ha sido la misma; por lo menos hasta la marcha convocada por organizaciones sociales (Luis D'Elia, Milagro Sala, y otros) para repudiar el accionar totalitario del PRO.
Sin embargo, como Maurizio pertenece al statu quo que ha dominado a este país a lo largo de doscientos años, tanto su clase como los agentes corporativos de información han retaceado críticas lapidarias en sus medios, en consecuencia cerraron filas para cuidarle las espaldas y de esa manera han logrado que no desbarranque ante las denuncias e investigaciones.
Los paralelismos que se dan y acontecen entre nuestra ciudad del interior y la ciudad luz están muy claros, es que la derecha (con su restauración conservadora) ataca a la cultura ajena a la elite, está en su "adn" descalificar a lo popular y nacional, porque responden a una concepción eurocéntrica en algunos casos, imperialista en otras. Es que la vertiente del "ser nacional" o del "ser latinoamericano" es improcedente para las oligarquías, no están consustanciadas con la constitución de la Patria Grande; por eso jamás vacilan ante la posibilidad de no ejercer el poder en asesinar a sus oponentes. La lista de los perseguidos o los ejecutados es extensa pero valen algunos ejemplos: Castelli, Dorrego, Artigas, San Martín, Radowitzky, Valle, Vallese, Santucho, Ortega Peña, Urondo, Walsh, y los 30.000 desaparecidos.
Cada vez que su hegemonía estuvo en riesgo atentaron contra la democracia y se alinearon con los poderes castrenses y religiosos, avalando las dictaduras militares. Y un punto neurálgico es la misma "cultura", porque en su matriz se incuban y desarrollan las ideas, se precipitan, fortalecen y propagan las ideologías; por lo tanto, una de las herramientas para debilitarla es el factor económico, pues, desfinanciándola, culmina colapsando. En definitiva, a la opresión monetaria se le suma la vigilancia de los activistas más conspicuos, siempre y bajo cualquier sospecha se repone el viejo pero útil panóptico de Bentham.
En nuestra capital pampeana hubo una Policía Municipal para controlar e increpar; en Capital Federal el tour de force fue la UCEP (que sigue operando desde las sombras más allá de su desmantelamiento); pero la verdadera fuerza de choque es la Policía Metropolitana… Y toda esa estrategia necesita de una cobertura intelectual, necesita de intelectuales orgánicos; así que el Gobierno de la Ciudad convocó a un personaje nefasto para que conduzca la educación y la cultura porteña, al escritor Abel Posee, que cumplió funciones durante la dictadura, también se sumó como representante en Perú con el menemismo y, además, sus opiniones y escritos en La Nación apuntalan que responde a dicha intelligentsia.
Entonces hay que identificar los emergentes y las afinidades en el constructo social, para poder superar el caos informativo al que apelan los multimedios para confundir y coaccionar al "público" en la arena pública. Porque esa trama de relaciones tan oscuras como oportunistas define los espacios de decisión política y, lamentablemente, en la Argentina se han reunido bajo la denominación general de "oposición" los adalides de los "carniceros humanos" y la testimonial izquierda que, por el afán y la codicia de presidir algunas comisiones, atenta contra el proyecto de liberación.
Ha quedado claro, por ahora, que por su posicionamiento representan la contrapropuesta nativa del foro de Sao Paulo y el Socialismo del siglo XXI.
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