El PJ pampeano se encuentra en un proceso de crisis político-doctrinaria.
Política, porque las principales formaciones de dirigentes que surgieron en sus últimos 25 años, están en un "todos contra todos".
Desautorizan y hacen zancadillas contra sus propios compañeros en una guerra sorda de la que nadie es dueño exclusivo y en la que se realizan todo tipo de conspiraciones, hasta hay quienes pretenden desplazar al gobernador.
En este marco de crisis algunos dirigentes pejotistas son capaces de avalar a un violento que probó su incapacidad para gobernar pacíficamente a Santa Rosa. En vez de acudir a un tribunal de ética o de realizar el proceso de normalización interna prefirieron premiar a un impresentable elegido por personas ajenas al partido.
En un paralelo con el realismo mágico, todos renunciaron al partido y sólo quedaron los despojos. Y como si fueran "piratas" dirigen la elección más complicada de la ciudad capital de la provincia.
En lo doctrinario, algunos de los dirigentes acuden a la acuñada frase de los noventa de la disciplina partidaria y muchos militantes creen que de eso se trata el peronismo.
Observamos que jóvenes militantes ignoran de qué se trata cuando se habla de movimiento de masas y que es, justamente, lo contrario del verticalismo caudillesco del partido justicialista.
El partido fue desde que Perón irrumpió en la vida política argentina una herramienta electoral de poco peso sin la articulación de las entidades civiles y gremiales. Miles de agrupaciones, estructuras intermedias y grupos activos, daban dinámica al movimiento. El mejor ejemplo fue la "resistencia peronista". Perón encarnaba la síntesis en ese momento histórico, de acuerdo a las tendencias internas predominantes y la estrategia consensuada del proyecto nacional en el marco del contexto internacional.
Se discutían políticas; políticas de Estado que contemplaban a la gran mayoría: el Pueblo. Lección y ejemplo que han olvidado ante la prebenda los "conductores" actuales.
La batalla interna por los puestos electorales es típica de la construcción de los 80, como también es una dominante de esta época la banalidad de la creencia doctrinaria y la ausencia de discusión de proyectos de país.
Cuando hablan de disciplina partidaria se contradicen, y no se sabe bien a qué partido, porque mientras unos sustentan la desobediencia a las autoridades partidarias nacionales —demostrada en el conflicto con el campo—, a la vez ofrecen un voto senatorial al partido oficial local. Un juego parecido a la esquizofrenia política que se burla de cualquier creencia, de cualquier dogma o proyecto distributivo.
La misma enfermedad política se anuncia en las filas santarroseñas, cuando afirman que "si gana Tierno, qué problema hay?, si no va durar, con lo loco que está…"
Quienes hacen esta afirmación se olvidan de la gente o directamente no les importa. Con un cinismo natural ni siquiera se hacen cargo de sus propias decisiones. "Otros lo van a sacar, otros van a sufrir… a ellos qué les importa…"
Todo lo ven desde la interioridad de luchas de poder.
La gente, los vecinos de Santa Rosa somos un dato secundario, acostumbrados como están al manejo del rebaño. No importan los padecimientos por los que pasamos a lo largo del año. Tiempo quemado/perdido en conflictos que nos han perjudicado a todos; basta consultar hoy a las góndolas de los supermercados.
Pregunten por nuestra indignación ante la ciudad crispada desde principios del año con la acción política violenta de un intendente que se considera un nuevo Mesías.
Pregunten por nuestra angustia frente a un conflicto de ricos sojeros contra un Estado (mucho más que un gobierno) que pretende proteger un poco, sólo un poco, a los más débiles y desprotegidos.
El PJ tiene una deuda con los votantes santarroseños, y con esta perspectiva no puede cumplir ni reivindicarse. En situaciones así el General hubiera aconsejado "desensillar hasta que aclare". Algo así como retirarnos para recomponer fuerzas, para hacer una limpieza espiritual, política y doctrinaria. Por eso, decimos, exigimos como ciudadanos, como militantes, como afiliados, a nuestros representantes: dejemos que el Gobernador "gobierne". Es lo que corresponde. Hay que terminar con las conspiraciones palaciegas.
En la Ciudad hay que votar lo que es mejor para la ciudad. Permitamos que un hombre decente de otro partido gobierne Santa Rosa. Por eso: Torroba. Ayudémoslo sin adormecernos. Y preparemos una renovación política del peronismo, para que resurjan sus mejores virtudes y termine de morir esto que por todas partes huele ha podrido.
Recordemos: primero la patria —la ciudad—, luego el movimiento y después los hombres. No lo olvidemos a la hora de votar.
Y después? Lo primero es lo primero. Permitamos que Torroba cumpla con nuestro mandato como vecinos. Y veamos cómo el peronismo se organiza para que vuelva a ser esa tendencia del pensamiento que se inspira en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
No hay que temerle a esta nueva época. El peronismo representa en la memoria colectiva la realización de los derechos —de los ancianos, los niños, las mujeres, los trabajadores—; y eso no se pierde en esta coyuntura, ese capital político siempre lleva la ventaja. Pero necesitamos una dirigencia que se ponga a la altura de las circunstancias, respaldándose en compañeras y compañeros de bien, para que este momento propicio del país redunde en el crecimiento de todos y todas los habitantes de La Pampa.
Política, porque las principales formaciones de dirigentes que surgieron en sus últimos 25 años, están en un "todos contra todos".
Desautorizan y hacen zancadillas contra sus propios compañeros en una guerra sorda de la que nadie es dueño exclusivo y en la que se realizan todo tipo de conspiraciones, hasta hay quienes pretenden desplazar al gobernador.
En este marco de crisis algunos dirigentes pejotistas son capaces de avalar a un violento que probó su incapacidad para gobernar pacíficamente a Santa Rosa. En vez de acudir a un tribunal de ética o de realizar el proceso de normalización interna prefirieron premiar a un impresentable elegido por personas ajenas al partido.
En un paralelo con el realismo mágico, todos renunciaron al partido y sólo quedaron los despojos. Y como si fueran "piratas" dirigen la elección más complicada de la ciudad capital de la provincia.
En lo doctrinario, algunos de los dirigentes acuden a la acuñada frase de los noventa de la disciplina partidaria y muchos militantes creen que de eso se trata el peronismo.
Observamos que jóvenes militantes ignoran de qué se trata cuando se habla de movimiento de masas y que es, justamente, lo contrario del verticalismo caudillesco del partido justicialista.
El partido fue desde que Perón irrumpió en la vida política argentina una herramienta electoral de poco peso sin la articulación de las entidades civiles y gremiales. Miles de agrupaciones, estructuras intermedias y grupos activos, daban dinámica al movimiento. El mejor ejemplo fue la "resistencia peronista". Perón encarnaba la síntesis en ese momento histórico, de acuerdo a las tendencias internas predominantes y la estrategia consensuada del proyecto nacional en el marco del contexto internacional.
Se discutían políticas; políticas de Estado que contemplaban a la gran mayoría: el Pueblo. Lección y ejemplo que han olvidado ante la prebenda los "conductores" actuales.
La batalla interna por los puestos electorales es típica de la construcción de los 80, como también es una dominante de esta época la banalidad de la creencia doctrinaria y la ausencia de discusión de proyectos de país.
Cuando hablan de disciplina partidaria se contradicen, y no se sabe bien a qué partido, porque mientras unos sustentan la desobediencia a las autoridades partidarias nacionales —demostrada en el conflicto con el campo—, a la vez ofrecen un voto senatorial al partido oficial local. Un juego parecido a la esquizofrenia política que se burla de cualquier creencia, de cualquier dogma o proyecto distributivo.
La misma enfermedad política se anuncia en las filas santarroseñas, cuando afirman que "si gana Tierno, qué problema hay?, si no va durar, con lo loco que está…"
Quienes hacen esta afirmación se olvidan de la gente o directamente no les importa. Con un cinismo natural ni siquiera se hacen cargo de sus propias decisiones. "Otros lo van a sacar, otros van a sufrir… a ellos qué les importa…"
Todo lo ven desde la interioridad de luchas de poder.
La gente, los vecinos de Santa Rosa somos un dato secundario, acostumbrados como están al manejo del rebaño. No importan los padecimientos por los que pasamos a lo largo del año. Tiempo quemado/perdido en conflictos que nos han perjudicado a todos; basta consultar hoy a las góndolas de los supermercados.
Pregunten por nuestra indignación ante la ciudad crispada desde principios del año con la acción política violenta de un intendente que se considera un nuevo Mesías.
Pregunten por nuestra angustia frente a un conflicto de ricos sojeros contra un Estado (mucho más que un gobierno) que pretende proteger un poco, sólo un poco, a los más débiles y desprotegidos.
El PJ tiene una deuda con los votantes santarroseños, y con esta perspectiva no puede cumplir ni reivindicarse. En situaciones así el General hubiera aconsejado "desensillar hasta que aclare". Algo así como retirarnos para recomponer fuerzas, para hacer una limpieza espiritual, política y doctrinaria. Por eso, decimos, exigimos como ciudadanos, como militantes, como afiliados, a nuestros representantes: dejemos que el Gobernador "gobierne". Es lo que corresponde. Hay que terminar con las conspiraciones palaciegas.
En la Ciudad hay que votar lo que es mejor para la ciudad. Permitamos que un hombre decente de otro partido gobierne Santa Rosa. Por eso: Torroba. Ayudémoslo sin adormecernos. Y preparemos una renovación política del peronismo, para que resurjan sus mejores virtudes y termine de morir esto que por todas partes huele ha podrido.
Recordemos: primero la patria —la ciudad—, luego el movimiento y después los hombres. No lo olvidemos a la hora de votar.
Y después? Lo primero es lo primero. Permitamos que Torroba cumpla con nuestro mandato como vecinos. Y veamos cómo el peronismo se organiza para que vuelva a ser esa tendencia del pensamiento que se inspira en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
No hay que temerle a esta nueva época. El peronismo representa en la memoria colectiva la realización de los derechos —de los ancianos, los niños, las mujeres, los trabajadores—; y eso no se pierde en esta coyuntura, ese capital político siempre lleva la ventaja. Pero necesitamos una dirigencia que se ponga a la altura de las circunstancias, respaldándose en compañeras y compañeros de bien, para que este momento propicio del país redunde en el crecimiento de todos y todas los habitantes de La Pampa.
Mujeres Peronistas en Lucha
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