lunes, 30 de marzo de 2009

La restauración conservadora viene por todo

Hace poco más de un año comenzaba el lockout patronal de los productores agropecuarios, de inmediato se fundaba la Mesa de Enlace que reunía a entidades enfrentadas históricamente, como la SRA, CRA, Coninagro y FAA. A esta formación se le sumó una oportunista oposición que había perdido el rumbo y el plafón político ante los aciertos del Gobierno Nacional y Popular.
Desde ese momento sucedió lo que todos conocemos y se potenció al máximo la tensión y la disputa discursiva como los bloqueos de ruta, ahora se ha acrecentado la diáspora entre el Estado y dicho sector ante el hecho de que los agrofachos quieren lugares en el poder, así, de esa manera, desde el mismo corazón de la democracia, es decir, desde el Congreso de la Nación intentarán confabular para reponer la restauración conservadora.
Llevamos casi doscientos años de historia moderna en nuestro territorio, y está bastante claro quiénes fueron los vencedores y han decidido nuestro destino. Es más, cuando se avisoraron cambios sustanciales en la redistribución de la riqueza como en los Gobiernos de Yrigoyen, Perón o Frondizi, acudieron a los golpes militares. Muy pocos han disfrutado y gozan con creces de la renta del país; los acuerdos entre terratenientes y traidores como Eduardo Buzzi son el ejemplo más claro de los que siempre han dominado en la Argentina a su antojo y en beneficio de una única clase: la oligarquía.
Presentamos estas entrevistas a dos productores que muestran y demuestran lo que otros medios (con intereses creados) no refractan en sus informaciones.

La derechización es lamentable

En diálogo con Página/12, este pequeño productor de Arroyo Seco contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid. Afirma que hay una “actitud destituyente”, pero remarca que la movilización actual es menor.

Por Fernando Krakowiak :: Página/12, Lunes 23 de marzo de 2009

José Luis Livolti es un pequeño productor agropecuario que cría cerdos en la localidad santafesina de Arroyo Seco. Es coordinador nacional del Movimiento Campesino Liberación, una corriente interna de Federación Agraria que desde el inicio del conflicto cuestionó a la conducción de la entidad. En diálogo con Página/12, contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid y aseguró que el viraje es consecuencia de un cambio en la idiosincrasia y la cultura del productor por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Afirma que “hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones”, pero remarca que “la mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo”.
–¿Por qué se opusieron a la conducción de Federación Agraria?
–Nos diferenciamos por haber observado el proceso de derechización que la llevó a abandonar las principales banderas que dieron origen a la entidad, aunque formalmente digan que siguen defendiendo los postulados del Grito de Alcorta. No se entiende cómo podrían hacerlo de la mano de los enemigos históricos de Federación Agraria. Además, la conducción reivindicaba el cobro de retenciones, principio con el que nosotros estamos de acuerdo, pero durante el año pasado lo empezaron a decir cada vez menos y ahora directamente piden su eliminación. “Nosotros no decimos que no estamos de acuerdo con las retenciones”, afirma Eduardo Buzzi en sus discursos, pero al mismo tiempo las califica de confiscatorias y desastrosas. Ese tipo de contradicciones y el accionar concreto hizo que fuéramos endureciendo nuestra posición. Intentamos sustraer a la Federación Agraria de esa unidad por derecha con el resto de las entidades, pero no lo hemos logrado.
–¿Cuáles son los intereses que defiende Federación Agraria ahora?
–Defiende a los productores sojeros de la Pampa Húmeda, esencialmente aquellos que están en la franja media de 200 a 500 hectáreas, y lo hacen junto a los grandes sojeros. No se puede sostener la defensa de los pequeños productores y de los agricultores familiares junto a Hugo Biolcati. Ya sabemos cuál es la tradición de la Sociedad Rural. Es una entidad que chorrea sangre. Yo estaba detenido en Corrientes cuando el presidente de la Sociedad Rural de esa provincia era el capitán del Ejército Juan Carlos De Marchi, quien fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. Tampoco se puede defender a los pequeños productores junto al vicepresidente de CRA, Néstor Roulet, quien en un acto en Venado Tuerto dijo que a este país lo hicieron grande el campo, el Ejército y la Iglesia.
–Sin embargo, la conducción de Federación Agraria fue ratificada el año pasado luego del conflicto. ¿Cómo se puede explicar eso?
–El sujeto que siempre estuvo en Federación Agraria cambió su idiosincrasia y su cultura por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Ese paquete hizo que dejaran de ser pequeños productores diversificados para producir únicamente soja. Además, muchos se convirtieron en rentistas, pues el modelo hizo que dejaran de trabajar, porque les conviene más alquilarle el campo al vecino con más capacidad de producción o al pool de siembra que viene de otro lugar. También aparecieron pequeños empresarios del transporte del cereal y empresas de servicios que con una sembradora, una cosechadora, una monotolva, una fumigadora y una camioneta hacen la siembra y la cosecha de la soja. En muchos casos son hijos de productores a los cuales he visto en la ruta. Este nuevo sujeto se fue incorporando a la Federación Agraria y la entidad pasó de tener entre 2000 y 3000 socios activos a 6000 en el último congreso. Los frutos de ese proceso fueron los que en septiembre de 2008 ratificaron a la actual conducción.
–¿Hubo alguna reunión interna en la que se decidió pasar a representar los intereses sojeros o se fue dando naturalmente?
–Se fue dando paulatinamente, pero en forma acelerada. Cada sesenta días se reúne el consejo directivo de la Federación Agraria y ahí se da el debate. La voz cantante la lleva Eduardo Buzzi y nosotros estamos en minoría, aunque hay que decir que en un momento un número no menor de directores nos acompañó en una votación donde nos opusimos a la participación de la entidad en el corte de cinta y en la inauguración de la Exposición de Palermo de la Sociedad Rural. Sin embargo, por entonces ya venía el viraje a la derecha, apoyado sobre la base de aquel falso concepto de la que la unidad del campo está por encima de todo. Nosotros cuestionamos este precepto porque creemos que la unidad en sí misma no sirve si no se dice para qué. Nos da la sensación de que hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones.
–Usted reconoce diferencias con la conducción de la entidad, pero las internas que trascienden son las que mantiene Buzzi con Alfredo De Angeli.
–Trascienden más esas diferencias porque los actores que son parte de esa disputa están permanentemente en los medios y las dejan trascender. Eduardo Buzzi opina que la derecha de Federación Agraria está representada por Alfredo De Angeli y De Angeli piensa que Buzzi tiene que defender incluso a los sojeros que producen hasta 4000 toneladas. Lo concreto es que los dos están juntos en la Mesa de Enlace y coinciden en la defensa del paquete tecnológico sojero.
–Incluso se han aliado con la Asociación de Productores en Siembra Directa, la entidad que mejor representa a los pooles de siembra.
–En Aapresid están representadas todas las organizaciones empresariales y técnicas que apoyan y fundamentan la filosofía de la soja transgénica y su cultivo. Cuando la Federación Agraria sostenía las banderas del Grito de Alcorta estaba en las antípodas de Aapresid, pero cuando las cuatro entidades se unieron en defensa del paquete tecnológico cerraron filas con Aapresid y hoy son la misma cosa. En Federación Agraria también hubo un debate sobre este tema cuando Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli estuvieron en el último congreso de Aapresid y fueron poco menos que galardonados.
–¿También hubo debate cuando se decidió firmar una solicitada oponiéndose a la estatización del comercio exterior de granos?
–El debate fue posterior, porque la verdad es que esa solicitada se firmó sin consultar. En una reunión de los presidentes de consejos regionales de Federación Agraria hubo un fuerte cuestionamiento por haber aparecido junto a los enemigos históricos oponiéndonos a uno de los postulados de la entidad. Buzzi intentó sacarse el lazo echándole las culpas a los que están al lado de él, pero todos los federados sabemos que es muy difícil que salga un comunicado sin que lo conozca el presidente. El proceso de derechización de la Federación Agraria es lamentable, pero es una realidad a la que nos tenemos que acostumbrar.
–¿No se puede revertir?
–Es un deseo, pero es parte de un proceso que va a ser largo. Va a haber que articular con otras fuerzas internas con las que hay coincidencias, pero además es necesario articular con otras organizaciones agrarias que no están representadas por la Mesa de Enlace. La mayoría del campo está en otro lado. Está en las economías regionales, en la agricultura familiar y en los pueblos originarios. Hay otro campo que es mucho más grande numéricamente y que económicamente podría representar muchísimo más y ser la garantía de la soberanía alimentaria.
–Federación Agraria también buscó representar a ese sector.
–Se había incluido a los agricultores familiares en un intento por representarlos, pero en este último proceso se decidió privilegiar a los sojeros medianos y grandes. En un momento, Federación Agraria impulsaba el tema de uso y tenencia de la tierra y participaba en el Foro Nacional de Agricultura Familiar. Sin embargo, el año pasado el principal referente del Foro, Pedro Cerviño, fue expulsado de Federación Agraria y se levantó una resolución congresal que preveía la realización durante 2008 de un congreso sobre uso y tenencia de la tierra. El consejo directivo levantó esa iniciativa argumentando que no había financiamiento y que estábamos en un año complicado debido al conflicto, pese a que nosotros decíamos que justamente ése era el momento para debatir.
–Usted señaló que observa una actitud destituyente. ¿Cree que el lockout y los nuevos cortes de ruta buscan desestabilizar al Gobierno?
–De la mano de la pelea por las retenciones el objetivo es avanzar todo lo que se pueda. Al conflicto se subió una derecha política que no cuestiona sólo las retenciones, sino la estatización de las AFJP, de Aerolíneas Argentinas, el juzgamiento a los genocidas o la política internacional de relacionarse con países como Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Nosotros creemos que todas esas decisiones han sido correctas. También hubo cosas malas, como el veto a la Ley de Glaciares o la decisión de pagarle en un solo acto al FMI, pero nos preocupa que se presione para revertir lo que consideramos positivo. Muchos lo expresan en las rutas, como De Angeli cuando dice que al que no le gusta este país se tiene que ir a Cuba o a Venezuela. Para nosotros, en cambio, hay que aprovechar esta oportunidad histórica que plantea la crisis para nacionalizar las palancas claves de la economía. Apoyamos que se cree un ente de regulación del mercado de granos y creemos que es necesario impulsar un shock redistributivo.
–El año pasado la protesta logró un respaldo masivo en algunos actos, ¿cómo ve la situación ahora?
–La masividad está lejos de ser la misma. La mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo. Quedan los sectores más activos. Algunos socios de Federación Agraria y productores sojeros autoconvocados.
–Ellos afirman que la baja de las retenciones es indispensable porque la sequía afectó los rindes de la soja.
–Solamente en las áreas de sequía que fueron muy puntuales y restringidas, pero la gran mayoría va a obtener rindes normales. Por lo tanto, los productores medianos y grandes pueden afrontar las retenciones sin problemas, sobre todo en la Pampa Húmeda.

Esto no se lo hicimos ni a Menem

Fue presidente de la Federación Agraria de Córdoba entre 2002 y 2005. Afirma que el nivel de las protestas es desmedido y remarca que no es decoroso cortar las rutas en plena época de cosecha y seguir trillando mientras los camioneros no pueden trabajar.

Por Fernando Krakowiak :: Página/12, Lunes 30 de marzo de 2009

Daniel Martinelli es un productor agrícola de 48 años que siembra soja en 280 hectáreas propias al sur de Río Cuarto y en otras 220 que alquila en el norte de Santiago del Estero. Fue presidente de la Federación Agraria de Córdoba y miembro del Consejo Directivo Central entre 2002 y 2005. La semana pasada generó revuelo en su provincia cuando declaró a un diario local que los sojeros “no podemos pretender ganar siempre tanto”. En diálogo con Página/12 explicó por qué no está de acuerdo con la protesta: “El reclamo principal hacia mis pares es que esto que hemos hecho ahora no se lo hicimos ni a Menem. En la década del ’90, tratábamos de movilizarnos y la mayoría no participaba, pese a que nos endeudamos, nos descapitalizamos y quedaron en el camino más de 100 mil productores. Ahora eso no está ocurriendo. Los sojeros nos hemos desendeudado, nos capitalizamos y algunos también hemos podido comprar tierras”, afirmó.
–¿Cuándo comenzó a oponerse a las protestas de la Mesa de Enlace?
–Tengo diferencias con la metodología desde el 11 de marzo de 2008. La movilización se genera a partir de un problema con la soja y para serle honesto es el cultivo que menos problemas tiene en la Argentina. Por eso no estuve de acuerdo con las movilizaciones del año pasado y no estoy de acuerdo ahora. No me parece justo un reclamo de semejante magnitud. Creo que las entidades deberían haber negociado de otra manera.
–¿Cuando critica la metodología se refiere a los cortes de ruta?
–El año pasado el lockout fue muy agresivo con la sociedad. Por ejemplo, en el piquete de Río Cuarto le impidieron el paso a camiones con tomates y esa mercadería se terminó pudriendo, mientras nosotros teníamos la soja guardada en los silobolsas. Este año no se llegó a ese nivel de violencia, pero me parece que hay que tener un poco de decoro porque estamos en plena cosecha. Estamos todos trabajando. ¿Cómo le explicás a la sociedad que vos hacés un paro pero seguís trabajando? Todo el mundo sabe cuál es la dinámica del campo. Los camioneros se quejan con razón. Saben que nosotros seguimos trillando mientras ellos no pueden trabajar y entonces piden que dejemos de trillar, pero es imposible porque cuando la cosecha está lista hay que cosecharla. No podés esperar una semana. Por eso digo que los productores tendríamos que haber tenido un poco más de decoro.
–Los dirigentes afirman que ahora la situación es peor que la del año pasado porque los rindes fueron muy afectados por la sequía y remarcan que el negocio de la soja es inviable con una retención del 35 por ciento.
–La sequía es un dato de la realidad que no se puede negar. Los rindes en muchos lugares se vieron afectados, pero justamente por eso tenemos que poner el eje de la discusión en otras cosas y no en las retenciones porque al productor que perdió la cosecha no le sirve de nada que haya menos retenciones. Las retenciones son un instrumento de política económica y para mí deberían estar segmentadas, pero insisto en que ése no debe ser el eje de la discusión ahora. Lo que hay que discutir, región por región y producto por producto, son las rentabilidades y ahí vamos a tener un dato más real de qué es lo que está pasando, incluso con la soja. Circunscribir todo a las retenciones es un error y más grave lo es en el caso de Federación Agraria que tiene una historia de casi cien años, muy rica en propuestas. La conducción de la entidad quedó entrampada en la Mesa de Enlace y cometió equivocaciones muy gruesas como, por ejemplo, haber firmado una solicitada en contra de la intervención del Estado en el comercio exterior de granos, que es una bandera histórica de la entidad.
–Usted dice que hay que hablar de rentabilidad, ¿qué rinde está dando la soja ahora?
–La seca es muy dispar. En algunos departamentos hay lugares donde hay buena cosecha y otros donde la producción quedó afectada. Por eso hay que hablar de los rindes de inflexión. Si sos el dueño del campo, necesitás 10 o 12 quintales por hectárea para cubrir los costos y en un campo alquilado el rinde de inflexión es de 22 quintales. Donde hubo seca no se va a llegar a 22 quintales y tal vez no se llegue a los 12 quintales, depende de cuán afectada esté la zona.
–¿Y dónde no hubo seca?
–Hay rindes de hasta 35 quintales por hectárea. No se puede decir que a todo el mundo le rinde 35 quintales, pero se llega a eso.
–Si bajar las retenciones no le sirve al que perdió su producción, ¿qué es lo que se debe discutir?
–Hay una ley de emergencia agropecuaria que debe ser modernizada y los productores que sufren las inclemencias del tiempo deben tener asistencia estatal. Eso debe ser parte de una política integral. Debe haber diálogo entre las partes, pero no con el revólver cargado apuntando. Se debe generar un ámbito para discutir una política agropecuaria. No sólo para la soja sino también para todas las otras producciones y para las economías regionales, sino seguiremos siendo un país soja-dependiente y esto no creo que vaya a ser para toda la vida. Las consecuencias del monocultivo son reales.
–¿A qué consecuencias se refiere?
–Tiene consecuencias negativas en todo aspecto. Una es la degradación del suelo, que sólo se puede ir corrigiendo con aportes de fertilizantes y un manejo adecuado, pero hay otro problema mucho más grave y es que el monocultivo lleva a la concentración de la tierra. La concentración en el sector agropecuario lleva a la despoblación y al desierto. Una vez que se termine el negocio de la soja no sé como se puede llegar a reconstruir el ámbito agrario a lo largo y a lo ancho del país.
–¿Usted es la oveja negra de los campos cordobeses, no?
–Me dieron algún espacio en el diario de Córdoba por mi trayectoria, pero en mi pueblo la gente del campo rechaza fuertemente mi posición desde marzo del año pasado. Lamentablemente estoy sólo.
–¿Son discusiones civilizadas o sufrió algún tipo de agresión?
–No he tenido escraches, pero discutir este tema es muy difícil. Hay un cierto grado de intolerancia. Hoy (por el viernes) en el diario de Córdoba salió una nota de la Federación Agraria de Río Tercero diciendo que yo no puedo hablar porque soy kirchnerista. La verdad es que nunca milité en el kirchnerismo, pero comulgo con el modelo que se está llevando adelante. Creo que hay que hacerle muchas correcciones en cuanto a la política agropecuaria, pero el reclamo principal hacia mis pares es que esto que hemos hecho ahora no se lo hicimos ni a Menem. En la década del 90, tratábamos de movilizarnos y la mayoría no participaba, pese a que nos endeudamos, nos descapitalizamos y quedaron en el camino más de 100 mil productores. Ahora eso no está ocurriendo. Los sojeros nos hemos desendeudado, nos capitalizamos y algunos también hemos podido comprar tierras. Con mi hermano, en cinco años hemos crecido lo que a mi padre como agricultor le hubiera llevado cinco vidas.
–¿La rentabilidad de los últimos años fue tan alta comparada con otros períodos de la historia?
–No hay duda de que la rentabilidad fue extraordinaria. En el 2001 sembramos cuando estaba vigente el 1 a 1 y luego se nos pesificó la deuda y vendimos nuestra producción con un 3 a 1. Además, los precios internacionales empezaron a subir. Salvo en un período de 2004, la tendencia fue alcista, sobre todo en el caso de la soja. Hubo una toma de ganancias enorme y el esfuerzo individual que tuvimos que hacer nosotros es ínfimo comparado con el que tuvieron que hacer nuestros viejos debido al avance tecnológico. Por eso yo dije que los grandes productores no pueden pretender ganar tanta plata durante tanto tiempo sin ser solidarios. Lo que quiero es apelar a la memoria. Me parece que es muy desmedido lo que se ha hecho. En el campo criticamos durante muchos años los paros que le hacía Ubaldini a Alfonsín porque no lo dejaba gobernar. Y Alfonsín se tuvo que ir mal. Hoy creo que estamos en una situación similar. Hay un cerrojo que no deja avanzar. Es cierto que el Gobierno no se manejó bien. Hubo algunas palabras que encresparon los ánimos, pero tampoco eso justifica que se siga tanto tiempo con la protesta.
–¿Esta discusión usted la sigue dando dentro de Federación Agraria?
–Después del voto de Cobos me acerqué a la filial y dije que era el momento de retirarse de la Mesa de Enlace, pero no me dieron bolilla. Me dijeron que no podían romper la unidad del campo, pero éste es un frente para muy pocos. Es un frente para sacar las retenciones. La Federación Agraria no puede estar en eso. La pinza entre la Sociedad Rural y los autoconvocados nos llevó a un camino sin salida. Los dirigentes de Federación Agraria van a tener que dar muchas explicaciones. No ha habido debate interno y pasamos a ser funcionales a un sector que no sé si quiere el bien de todo el país.
–También terminaron siendo un ariete de la oposición.
–La oposición encontró un palenque muy bueno en este reclamo. Fíjese lo que pasó en la fiesta del trigo en Leones. Estaba toda la oposición política y el presidente de Federación Agraria les pidió que se unan para derrotar al Gobierno. El acto de Leones no fue de protesta gremial, fue un acto de la oposición.
–¿Qué grado de movilización hubo en su zona durante esta última protesta?
–Fue infinitamente menor a la del año pasado.
–¿Se volvieron a cortar rutas?
–Los primeros días hubo algunos intentos que demoraron un poco el tránsito, pero en realidad no, por lo menos en la zona centro de Córdoba.
–¿La ciudad sigue apoyando?
–No es el mismo apoyo que había antes. La gente se está dando cuenta de que esto es algo que no tiene fin. Después de un lockout por tiempo indeterminado, ¿qué es lo que hay? Para mí el abismo. Hay una actitud que ya raya lo irresponsable y la sociedad lo empezó a ver.
–¿Hay críticas o hay indiferencia?
–Córdoba es una provincia donde el gobierno nacional no tiene demasiado apoyo. A lo mejor hay mucha gente que saldría a decir basta con el quilombo del campo, pero no lo hace porque tampoco quiere aparecer defendiendo al gobierno nacional.

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